Johannesburgo, 15 ago (EFE).- Un niño de diez años que murió tras ser mutilado,
presuntamente para que sus órganos fuesen utilizados por curanderos, fue
enterrado hoy en el norte de Sudáfrica en medio de expresiones de dolor e
indignación.
El presidente de la provincia de Limpopo, Sello Moloto, apeló durante los
funerales a la población para que colaborase con la policía, sin miedo de la
hechicería, en la búsqueda del asesino o asesinos.
Desconocidos amputaron los genitales, una oreja y una mano al pequeño, Sello
Choekoe, que fue encontrado tendido en un campo cerca de su aldea, en una zona
rural, y pasó doce días en coma en el hospital antes de fallecer el martes
pasado.
El escolar del tercer curso había subido al monte en búsqueda de unos burros
pertenecientes a un vecino.
Los medios sudafricanos, que no dudaban en calificar el suceso de un nuevo caso
de asesinato para facilitar la práctica del "muti", o brujería, han informado
ampliamente sobre lo ocurrido, que ha consternado a la sociedad.
Tras la muerte de Moloto, el diario The Sowetan reclamó en un editorial que la
policía "demuestre una persistencia sin miedo en la búsqueda de los asesinos, ya
que cualquier vacilación por su parte se podría interpretar como miedo, lo cual
alimentaría el misticismo que tenemos que combatir".
"De la misma manera -continuó- los habitantes de Ga-Maleka (la aldea del
fallecido) tienen la obligación ante la familia Chokoe, y ante sus propios
niños, de ayudar a la policía a encontrar a los asesinos que viven entre ellos".
EFE