Las manos tienen su gramática y sintaxis, sus reglas, normas y excepciones.
Usted puede aprender a leer, si así lo desea, es cuestión de querer ver, esa es
la base para acceder a este conocimiento que ya tiene unos 5000 años
aproximadamente.
Cuando decimos que un monte es bueno nos estamos refiriendo a ciertas
condiciones que le hacen recibir esa calificación; ¿pero cuáles son esas
condiciones? En primer lugar lo que debemos intentar ver en una mano, es que sea
armónica; o sea, que la mano sea coherente al cuerpo que pertenece. La mano en
sí, debe tener un color equilibrado con el resto del cuerpo.
La mano debe de ser fuerte y flexible, deben de corresponder los huesos a los
músculos; estos son los que hacen los montes y forman la base donde se aposentan
las líneas.
Un buen monte será aquel que presente un color rosa firme, y que este en
equilibrio dentro de la mano. Si usted mira la mano perpendicularmente, los
montes parecerán pequeñas cúpulas que sobresalen de la base. Cuando presione
sobre ellos, su tacto será dúctil y nunca cederá la mano a la presión. En la
mayoría de las manos existe un monte que domina sobre los demás, también puede
encontrarse que en una mano domina un monte y en la otra otro. En muchas manos
pueden dominar más de un monte, como que todos ellos sean firmes consistentes y
voluminosos.
El monte que domine será la capacidad más relevante de esa persona, o sea, allí
se verán las cualidades ejemplificadas del dios que represente dicho monte. Si
el monte domina en la mano izquierda es un don con el cual se ha nacido, si en
cambio, domina en la mano derecha, es que lo hemos adquirido; obviamente lo
mejor es el equilibrio en ambas manos.
Los montes son el pilar para la interpretación de las manos, ellos nos hablan de
las cualidades de la persona, nos dice de su temperamento, sus virtudes y sus
defectos, sus angustias, su estado de ánimo y de las posibilidades que es capaz
de desarrollar. Un buen monte es un atributo que si se sabe manejar llegará a
ser una cualidad o bien, puede permanecer dormido sin llegar nunca a ser una
cualidad. Cada uno de los montes nos plantea su don y nos habla de la persona
que tenemos delante, ellos le contarán su historia, sólo tiene que querer ver y
comenzará a escuchar.
Las líneas surcan entre los montes de la mano y nos van describiendo a lo largo
de su recorrido la historia de la persona.
Las líneas se dividen en: principales, de destino y secundarias, cada una de
ellas nos transmite la información del elemento que representan; no obstante
existen otras líneas que contienen otra información y que se ubican dentro de
los montes, estas pequeñas líneas forman imágenes o dibujos, que según la zona
de la mano en la cual se encuentren, nos darán más respuestas acerca de la
persona a la que pertenecen: estos dibujos suelen formar estrellas, cruces,
triángulos, cuadrados y anillos, que dependiendo de la zona en donde se
encuentren su significado será positivo, o bien negativo.
Las líneas son cambiantes y caprichosas, según se actúa, estas desaparecen o se
reafirman, cambian su curso o se hacen más profundas y homogéneas. No se extrañe
que aparezcan nuevas líneas en su mano a lo largo de su vida, ellas se
incorporarán a la geografía de su mano, como objetos que va adquiriendo, o se
añadirán como los elementos que usted incorpora en su pensamiento hasta que
provoque el cambio deseado.
La interpretación parte de los montes, ellos nos indican las cualidades con las
que hemos nacido y como se han ido desarrollando. En las líneas comprobaremos
cual ha sido el camino y dirección y de que forma se han manifestado dichas
cualidades. Ellas nos hablan del tiempo, en las líneas ubicaremos el pasado, el
presente y las posibilidades de futuro, así como la edad en que sucedió un hecho
determinado que se ha quedado marcado en nuestras manos. Sabiendo la edad, único
dato que debemos de pedirle al consultante, podremos ubicar el presente. Las
líneas representan la cuarta dimensión, o sea, nos sitúan en el tiempo de la
persona que esta delante de nosotros.
Los montes son los atributos que llevamos con nosotros, las líneas nos indican
como los hemos utilizado y en que momento.
Las líneas deben de ser firmes, homogéneas y claras; cualquier isla o
rompimiento, o si ésta se presenta en forma de cadena o deshilachada,
desvirtuará su valor. El curso limpio y claro de una línea reafirmará el valor
del monte y él de la línea misma.
Sólo viendo muchas manos, usted comprenderá el significado de un buen monte y el
de una buena línea. La práctica y el querer ver, le darán los elementos
necesarios para poder hacer una interpretación fiel y fidedigna, tocando los
elementos que realmente ayudarán a reafirmar o a cambiar aquello que sea
positivo o negativo según sea el caso que se le presente.