El conocido periodista Miguel Blanco acudió a la cita puntual. Antes de tomar un nuevo autobús, esta vez hacia Cataluña, quería entregarle una copia de la grabación y de mis notas. Otra copia de la cinta había sido enviada ya hacia uno de los inspectores de la Brigada de Información de la Policía Nacional con quien había colaborado en casos similares y en quien sé que puedo confiar. Poco antes de tomar el nuevo autobús le había telefoneado para pedirle que confirmase ciertos datos judiciales que mi informante me había dado, y que me preparase una entrevista con el jefe de grupo en la Comisaría de Barcelona para el día siguiente.
En caso de que el testimonio que contenía la cinta fuese real, y a mi me ocurriese algo durante la investigación, Miguel Blanco debía hacer uso de la cinta. En algunas ocasiones la Policía tiene las manos atadas para hacer justicia, y si todo aquello era lo que parecía, los medios de comunicación, como tantas otras veces, podrían ser el mejor instrumento para denunciar una práctica tan infame y terrible como esta, en nuestro país.
A medida que escuchaba el relato, Miguel Blanco palidecía, igual que yo había palidecido antes.
-¡Carballal, yo he visto matar un niño! -decía María en la cinta- ¡Nadie me lo contó, yo ví como le arrancaban el corazón!. Los compran como si fuesen a adoptarlos y luego los usan en la Misa Negra.
-¿Comprar un niño? ¿En España?
-Sí, yo mismo hice de intermediaria una vez, aunque no sabía para que lo querían. A través de un vagabundo que conocemos se entra en contacto con una familia pobre, de pocos recursos económicos. Nosotros lo hicimos con una familia gitana. Se les dice que somos una pareja estéril y que queremos tener un niño, pero no esperar todos los trámites legales. Se les promete que al niño no le va a faltar de nada, pero que tienen que renunciar a volver a verlo, y se les ofrecen 500.000 o 1.000.000 Pts. Y te llevas el bebe sin que te hagan más preguntas, pensando que va a tener una vida mejor que el resto de la familia, pero esa vida dura poco...
Miércoles, 19 de abril
Barcelona
19:20 PM
El inspector J. García acudió a la cita puntualmente. Nos habíamos conocido meses atrás cuando este brillante policía -ahora destinado en un grupo de élite de las Fuerzas de Seguridad del Estado- estaba destinado en Galicia, estudiando también diferentes sectas peligrosas. Tras dos días de intensa investigación en Cataluña entregaba al inspector García el informe que había redactado aquella misma mañana con el resultado de mis pesquisas. Los estudiosos Pedro Canto, que tan amablemente me dio cobertura durante la investigación, y Pepe Rodríguez asistían también a nuestra reunión. Días más tarde, de regreso a Galicia, me reuniría con otros inspectores de la Brigada de Información en la Comisaría de la Policía Nacional de Vigo, entregándoles copia del mismo informe con mis conclusiones. Ese informe daría lugar a un expediente confidencial sobre el caso que ahora se encuentra en la central de la Brigada de Información, en la Jefatura Central de Policía en Madrid.
-¿A ti que te parece la historia? -me pregunta el inspector García tras leer detenidamente mi informe-. Lo que cuentas es muy serio.
-Yo no puedo demostrar judicialmente que una pandilla de hijos de puta esté utilizando niños en Misas Negras -respondí-, pero si te puedo decir que he comprobado todos los nombres, lugares, direcciones, teléfonos, etc, que me ha dado mi informante, y todos son correctos. Al menos en eso no ha mentido. He investigado a los líderes de la supuesta secta, y hay antecedentes de denuncias por estafas. Y también he podido averiguar que, por lo menos, han sacrificado animales en sus rituales. Ahora os toca a vosotros...
Efectivamente, los nombres que María me había dado no solo existían, sino que se correspondían con las direcciones, números de teléfono, profesiones, etc, que me había descrito. Según ella la secta Hermanos de Xangó estaba implantada en diversas provincias españolas: Barcelona, Sevilla, Valencia, etc. En Cataluña el grupo estaba compuesto por varios empresarios, incluyendo un ex-Guardia Civil propietario de una armería, a través de la cual se traficaría ilegalmente con armas. Precisamente pocos meses antes, en una investigación en Galicia con el inspector García habíamos descubierto un grupo satánico similar, que en esta ocasión utilizaba unos conocidos locales nocturnos como tapadera de tráfico de armas automáticas.
Mi informante suponía que existían ciertas vinculaciones entre Hermanos de Changó y otros grupos satánicos de Barcelona, como La Orden del Fuego o El Templo de Set, pero mis investigaciones en torno a ambos grupos no pudieron demostrar tales vinculaciones.
Tal y como reflejaba el informe que entregaba al amigo, compañero y policía J. García, la testigo, que en 1992 era una conocida satanista, habría sido invitada a ingresar en Hermanos de Xangó de la mano de su líder, una mujer de unos 50 años propietaria de varias librerías esotéricas, que haría las veces de sacerdotisa de la logia. Tras un ritual de iniciación, María se habría convertido en "hija espiritual" de la sacerdotisa, y por esa razón el 21 de septiembre de 1992 había sido invitada a participar en un ritual secreto, solo autorizado a una pocos "escogidos" dentro de la secta...
Escrito por Manuel Carballal
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