A lo largo de la historia, la demonología católica ha afirmado que existen demonios masculinos y femeninos capaces de tener contactos sexuales con los humanos. En otras tradiciones culturales también existen entidades similares. Y lejos de ser un mito antiguo, para algunas personas la existencia de esas criaturas es una realidad actual y constatable. "Yo me había acostado muy cansada aquella noche, pero aún no estaba dormida cuando sentí una presión en un pecho. Notaba perfectamente como me apretaban el seno con lujuria, y me excité. Sentí como una manos recorrían mi cuerpo y como apartaban la ropa de la cama. Y por fín sentí la penetración. Un gran pene rugoso me penetraba con fuerza, sabía quién era ese ser invisible y eso me excitaba más. Y por fín tuve un orgasmo brutal. Era mi primer orgasmo con el Diablo, y desde entonces estoy absolutamente enamorada de él. Yo ya no podría amar a ningún hombre, porque he conocido el placer con los demonios, y ningún hombre puede estar a la altura de eso...". No, no se trata de un relato extraído de cualquier tratado de demonología del medievo, sino de un testimonio moderno. La mujer que afirma haber vivido esas cópulas con los demonios es Raquel Joana, sacerdotisa satánica española que ha reflejado sus experiencias sexuales con los demonios en un lujurioso libro titulado Confidencias de una bruja. Obra inédita que en su día fue candidata al prestigioso premio literario La Sonrisa Vertical. Raquel, sacerdotisa de La Iglesia de Satán no es la única satanista contemporánea que afirma haber mantenido relaciones sexuales con los demonios. Los supuestos contactos sexuales entre hipotéticas entidades sobrenaturales y los humanos aparecen en todas las culturas. En la tradición bíblica judeocristiana el mismo Génesis sugiere que en el principio de los tiempos "los hijos de los dioses se juntaron con las hijas de los hombres" dando lugar a una raza de gigantes. Sin embargo habrían de transcurrir muchos siglos para que la Iglesia Católica afrontase directamente este espinoso tema. Y cuando lo hizo, la paranoia más irracional, y la obsesión más enfermiza se cebó en uno de los mitos que más ha manchado de sangre las incólumes túnicas del clero. Íncubos y súcubos A partir del siglo XIII, con la instauración de la Santa Inquisición, los casos de supuestos contactos sexuales con los demonios comenzaron a multiplicarse. Los íncubos y súcubos serían, según los demonólogos cristianos, los demonios que, obedeciendo órdenes de Satán, tendrán encuentros sexuales con los humanos. Íncubos y súcubos, términos que provienen de incubare y sucubare -estar acostado debajo, o encima-, serían seres sobrenaturales, pero capaces me materializarse en nuestro universo tridimensional dotados de cuerpos reales y físicos, con carne y sangre, y esperma... Los íncubos serían demonios con forma de varón, cuya misión sería la de cohabitar con mujeres humanas; y los súcubos serían diablesas femeninas que fornicarían con los hombres. Tanto los íncubos como los súcubos acostumbraban a visitar a los mortales en sus lechos para tener relaciones con ellos. Al despertar, en muchas ocasiones, de no ser por encontrar restos de sangre o semen en las sábanas, los violados solo recordaban la experiencia como un sueño erótico. Tanto es así que algunos reputados demonólogos, como el mismísimo San Agustín,, negaron durante algún tiempo que estos lujuriosos demonios tuviesen cuerpos físicos. Según la angelología católica, los ángeles -y por ende también los demonios- no poseen cuerpo físico. Sin embargo, ante la avalancha de testimonios recogidos por los inquisidores, San Agustín y sus contemporáneos terminaron por aceptar la realidad física de estas supuestas entidades demoníacas. De esta forma, estudiosos de la talla de Santo Tomás de Aquino, Alejandro Magno, Ulrich Molitor, Martín de Arles, Pedro de la Palau, Roger Bacon, Suns Scoto, San Agustín o los autores del famoso Malleus Maleficarum aceptaron y respaldaron en sus obras la existencia real de íncubos y súcubos. Estos "visitantes de dormitorios" estuvieron presentes en numerosos procesos inquisitoriales por brujería. Sería interminable enumerar todos los casos en que un acusado de hechicería confesó su trato carnal con los demonios. Alexee Drigie, Claudia Fellet, Didatia de Miremont, Juana D`Abadie y tantos otros, narraron con todo lujo de detalles sus encuentros sexuales con los diablos. Sin embargo debemos tener presente que muchas de esas confesiones fueron arrancadas de los acusados utilizando espeluznantes instrumentos de tortura. El sillón de clavos, el potro, el sarcófago o tantos otros sistemas de interrogatorio inquisitorial harían confesar al más pío de los mortales todos los crímenes y aberraciones que el torturador desease. Confesar cualquier absurda práctica infernal sería preferible a soportar los tormentos del monstruoso sarcófago inquisitorial. En sus confesiones, las víctimas del tormento describen a los demonios de las formas más diversas. Las mujeres seducidas describían el falo de los íncubos, unas como un miembro tan grande como su antebrazo, y otras como más pequeño que el meñique. El semen para unas era frío como el hielo, y para otras ardiente como las brasas. Sin embargo, la descripción más habitual de estos "visitantes de alcoba" era el de unos hombrecitos de baja estatura, cabello revuelto y gran pene siempre erecto, que tenía dolorosos encuentros sexuales con su víctima, pudiendo llegar a dejarla embarazada. Según una antigua tradición así nacerá el Anticristo, fruto de la violación de un íncubo a una virgen. Tradición conservada actualmente por algunos satanistas modernos. M. F. es una otra sacerdotisa satánica española que afirma haber mantenido varias experiencias sexuales con el demonio. Según afirmaba a Mundo Misterioso, espera ser fecundada por uno de los demonios y traer al mundo al Anticristo que, según su culto luciferino, "habrá de heredar el poder de la Tierra...". No obstante, a lo largo de la historia han sido las religiosas las víctimas más propicias para las correrías de los íncubos. Esto resulta comprensible teniendo en cuenta la represión sexual que vivían, y viven, los religiosos y religiosas católicos. Era creencia universalmente extendida en tiempos del medievo que los íncubos buscaban vírgenes inmaculadas para hacerlas caer en las tentaciones de la carne. De hecho los casos más famosos de supuesta relación sexual con íncubos fueron protagonizados por vírgenes como Juana D`Abadie, religiosas como la abadesa Magdalena de la Cruz o las famosas "posesas de Loudum", o incluso niñas como la pequeña -de once años- Dominique Falvet, o la aún menor Catherine Latonia. Demonios con cuerpo de mujer En el caso de los súcubos, lujuriosos demonios femeninos, aunque la casuística es menor se producen similares descripciones en cuanto a sus actividades y propósitos. Tal es el caso de Petronio de Armentieres, que tuvo repetidas relaciones con el súcubo Abrahel, o el joven Hennezal de Vergaville, que afirmó haber fornicado con un súcubo llamado Schwqrburg, cuyo cuerpo tuvo que abandonar antes de la eyaculación "ante lo gélido de su vagina" (?). En los casos de varones, al igual que en los de mujeres seducidas, la componente obsesiva del celibato indudablemente alentó -y alienta- todo tipo de fantasías nocturnas en las celdas de los monjes, que en aquel tiempo podrían ser consideradas visitas de los demonios. Por otro lado el recalcitrante machismo que ha imperado en la historia de la iglesia identificaba a la mujer con el mayor instrumento de Satán. Ya decía Saulo que "Satán tiene cuerpo de mujer". Y de la misma forma que en algunos monasterios femeninos se desataron episodios histéricos a causa de la represión sexual, lo propio ocurrió en monasterios masculinos. El controvertido y excomulgado historiador Karleinz Dechner detalla en su Historia Criminal del Cristianismo numerosos episodios de alucinaciones sexuales en monasterios cristianos, en que fantasías con el "divino prepucio de Cristo" o con la Virgen María eran disfrazados de trances místicos por las religiosas y los monjes respectivamente. La represión sexual desató las fantasías más disparatadas en los inquisidores y demonólogos, llegando el célebre teólogo del siglo XVI Silvester Prierias, maestro de San Bartolomé Spina y autor de De Stringimagis, a asegurar que algunos íncubos tenían el pene bifurcado cuan lengua de serpiente, o en forma de tridente, para poder penetrar anal y vaginalmente a la bruja, quien a la vez realizaba una fellatio...(?) Un fenómeno real Dejando a un lado las delirantes fantasías de algunos procesos inquisitoriales por tratos con íncubos y súcubos, lo cierto es que existen aún hoy casos que son atribuidos al contacto sexual de un/a humano/a con los demonios. Casos que podemos afrontar desde perspectivas más científicas que teológicas, a pesar de que normalmente son despreciados por la comunidad científica por ser interpretados popularmente como casos de íncubos y súcubos contemporáneos. Pondré un ejemplo. Supongamos que dos estudiosos visitan por separado dentro de unos años un pequeño pueblo peruano, cercano a Lima, para recoger sus leyendas. Todavía los ancianos del poblado recordarán aquel dramático caso que, a finales de los años 80, conmocionó a todo el pueblo. Una moza de la aldea, hermosa y llena de vida, se había torcido del camino de la Iglesia, y se había metido en cuestiones de brujería. Llevada, sin duda, por malas compañías, la joven había participado en ritos y orgías satánicas, y había llegado a ser fecundada por un íncubo, a consecuencia de lo cual había dado a luz a un hijo del Diablo, un ser monstruoso de grandes ojos sin párpados, y cuerpo cubierto de escamas, que naturalmente no había sido admitido por el párroco del pueblo. Tanto el diabólico niño, como la blasfema madre habían sido enterrados fuera del cementerio local, ya que nadie estuvo dispuesto a enterrar en suelo sagrado a una amante y un hijo del Demonio... Si uno de esos supuestos estudiosos fuese un académico antropólogo, probablemente relacionaría el relato con las creencias indígenas, influenciadas por el catolicismo, que habrían generado un mito demoníaco, con seguridad relacionado con las épocas de siembra y cosecha. No se porqué los antropólogos tienen la manía de relacionarlo todo con la siembra y la cosecha... Y supongamos que el otro es un amante del ocultismo. Con seguridad relacionará el mismo relato con la manifestación en nuestro mundo de entidades de otras dimensiones, que podría llamar "bajos astrales", "elementales" o "extraterrestres", y que a lo largo de toda la historia se han entremezclado con humanos por desconocidas razones... La verdad es que esa desventurada joven peruana, que realmente existió, tuvo la desgracia de dar a luz un niño con graves mutaciones genéticas en un contexto rural y supersticioso. De no haber muerto en el parto, es muy posible que la hubiesen ejecutado por bruja. Y no estoy exagerando. Casos similares se han producido en todo el planeta. Pero, ¿y si hubiese algo más? ¿Y si realmente existiesen entidades y formas de vida inteligente no-humana, que hayan podido ser considerados como demonios a lo largo de la historia? Duendes, vodú y extraterrestres Guelín Turnier es uno de los houngan -sacerdote vudú- más importantes de Puerto Príncipe. Según nos explicaba en un reciente viaje a Haití, algunos bokor -magos "negros" vudú- tienen el poder de materializar en este plano diablos y diablas que habrán de servir al bokor en todo lo que les pida. No se trata de proyecciones astrales, ni entidades etéricas, o eso quería dejar muy claro Guelín, sino de auténticas criaturas de carne y hueso que vienen de otras dimensiones. El conocido periodista Miguel Blanco es uno de los pocos occidentales que ha tenido el privilegio de asistir a una sesión de vudú en que se materializaba uno de estos diablos. Según describe Miguel Blanco, "primero me enseñaron la caja vacía. Pude examinarla y ver que no había entradas ni puertas secretas. Después la cubrieron con una cortinilla y comenzaron una invocaciones en criollo (idioma de Haití). Yo escuché dos voces hablando apresuradamente dentro de la caja, pero cuando abrieron la cortina me encontré con una especie de demonio de poco más de un metro de altura, blanco y con los ojos muy rojos. Llevaba unos pantalones raídos y una especie de barbilla de chivo, y me hizo una serie de profecías que después se han cumplido al pie de la letra". Para los creyentes del vudú no hay duda sobre la existencia de estos seres, al igual que para los esoteristas y ocultistas, quienes siempre han defendido la realidad objetiva de los duendes, gnomos y demás criaturas maravillosas. Pero un nuevo factor ha venido a sumarse recientemente a este problema: el factor OVNI. En Cuba recogimos el testimonio de Jorge G., contactado cubano familiarizado con la santería y las religiones afro-caribeñas. Jorge protagoniza un insólito caso de contacto que sería muy largo detallar aquí. Baste decir que cuando le pedimos que dibujase en nuestro cuaderno como eran las entidades con las que contactaba nos plasmó la imagen de un pequeño demonio cornudo, que podría haber ilustrado cualquier tratado demonológico medieval sobre íncubos y súcubos. Lo mismo ocurre con otros muchos casos OVNI. El 20 de octubre de 1973 un grupo de jóvenes excursionistas afirman haber presenciado en la legendaria montaña de El Yunque (Puerto Rico) el aterrizaje de un OVNI y sus tripulantes. Los supuestos alienígenas eran una especie de demonios cuya descripción casi literal nos encontramos en un tratado de demonología en el que se recoge lo relatado por el monje Raul Claver en relación al supuesto íncubo que se materializó en su celda: -Especie de enano -Cuello delgado y faz demacrada -Nariz con excrecencias y boca protuberante -Labios gruesos y mentón corrido y delgado -Barbilla de chivo -Orejas puntiagudas y terminadas en pelambre -Cabellos erizados y dientes de perro -Testa puntiaguda -Pecho corcovado y joroba a la espalda ¿Se trata de la misma criatura? ¿Podrían los jóvenes puertorriqueños conocer la descripción hecha por Claver y esperar que yo relacionarse ambos casos? ¿Es mera casualidad? Lo cierto es que parece incuestionable que, trátese de un mito o de un fenómeno real, los íncubos y súcubos de antaño se manifiestan hoy en el fenómeno OVNI. Y ahora son pequeños alienígenas cabezones, o sensuales extraterrestres voluptuosas las que, según los testigos, tienen contactos carnales con los humanos. Afortunadamente ya no existen los instrumentos de tortura inquisitoriales que habrían de arrancar esas confesiones a contactados y abducidos que, en otro tiempo, habían terminado de cabeza en las piras del Santo Oficio. Por Elena Fuentes, Santera y Vidente
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