En ocasiones la policía española he tenido que enfrentarse a casos
verdaderamente dramáticos, de creencias esotéricas llevadas al fanatismo
homicida. Tal fue el terrible asesinato cometido por Juan Carlos Baña, quien
llevado por una creencia fomentada por videntes y curanderos, asesinó a la
vecina que, supuestamente le había hechizado, asestándole un hachazo en la cara
y más de media docena de puñaladas. El teniente Antonio L., con quien me había
reunido en aquel mismo despacho en otras ocasiones, por asuntos no menos
extraños, había tenido la amabilidad de citarme con Ángel V. F., quien había
sido su compañero en la investigación de este caso. Caso en el que, por cierto,
había tenido un protagonismo un tanto morboso. "Recuerdo que el cuchillo estaba
tan fuertemente clavado en la espalda de la víctima - me explicaría Ángel V.
durante nuestra reunión en la Comandancia- que tuve que ponerle un pié en la
espalda para poder hacer fuerza, y tirando con las dos manos lograr arrancárselo
tras mucho esfuerzo...".
Ante nosotros, sobre la mesa del teniente, se encontraban los atestados,
declaraciones, informe dactiloscópico, y otros documentos relativos al caso. En
las fotografías que me facilitaron los guardia civiles podía apreciar el cuerpo
de una mujer, en un charco de sangre, en cuyo cuerpo se apreciaban más de media
docena de cuchilladas, y un terrible hachazo en plena cara. Tragué saliva.
Supongo que uno no termina de acostumbrarse a ver este tipo de imágenes.
Pero, en fin, haciendo de tripas corazón, y arropado por la veteranía de ambos
guardias, me disponía a reconstruir punto por punto las investigaciones de la
Policía Judicial que en 1989 habían conducido a la inmediata detención del
"asesino hechizado", autor de tan cruel crimen. Una investigación impecable,
todo hay que decirlo. Así que, apartando la mirada de tan desagradables
fotografías, comenzamos a reconstruir el caso.
Crimen macabro en Valladares
"¡Era una bruja! ¡Me tenía "enmeigado"! ¡Tenía que matarla!". Y lo hizo. Juan
Carlos Baña asestó un brutal hachazo en la cara de su vecina, seguido de ocho
puñaladas, que resultaron mortales. Concluía así una historia de brujería,
videntes y asesinato, que le tocó "exorcizar" a la Brigada de la Policía
Judicial de la Guardia Civil.
Al filo de la media noche del 26 de julio D. Carlos Caamaño Baña, vecino de
Valladares y propietario de una tienda-bar en dicha localidad, descubrió el
cadáver de su vecina, Carmen Baña, al cerrar el bar y observar la puerta de la
casa adyacente abierta. Inmediatamente llamó a la Guardia Civil.
Fue requerida la presencia de la Unidad Orgánica de la Policía Judicial, de la
611º Comandancia de la Guardia Civil, y un equipo formado por 4 guardias
civiles, un sargento y un capitán instructor acudió al lugar de los hechos. En
el domicilio de la víctima se encontraban ya el Juez de Instrucción y el Médico
Forense que certificó la muerte, así como otros agentes de la benemérito,
pertenecientes al cuartel de Serra de Outes.
Según la Diligencia de Inspección Ocular, incluida en el expediente oficial al
que obra en mi poder: "...se encuentra el cadáver de una mujer de complexión
fuerte, de un metro cincuenta y tres centímetros de altura, con los pies tocando
el felpudo existente al inicio de las escaleras y la cabeza hacia la puerta de
la cocina, en posición de cúbito prono, con la pierna derecha estirada y la
izquierda ligeramente doblada. El brazo derecho vertical al cuerpo y el
antebrazo doblado por el codo se encuentra por delante de la cabeza mientras el
izquierdo totalmente doblado y también vertical al tronco tiene la mano bajo el
cuerpo, la cabeza ligeramente ladeada casi vertical al suelo y hacia la mitad de
la espalda y posiblemente en la columna vertebral, clavado un cuchillo de
empuñadura de madera y hoja junto a la empuñadura de tres centímetros de ancho".
El cadáver presentaba seis puñaladas en la espalda, pero había que dar la vuelta
al cuerpo para examinarlo. Y para ello era necesario extraer el enorme cuchillo
de cocina que aparecía clavado en la espalda. "Fue complicadísimo, - me explica
Ángel V. uno de los agentes que llevaron el caso- el cuchillo parecía soldado.
Al tirar de él hacia arriba se levantaba todo el cuerpo detrás. Tuve que poner
un pie encima del cadáver, para poder hacer fuerza, y tirar del cuchillo con las
dos manos para poder sacárselo".
Al girar el cuerpo se descubren más puñaladas, y una brutal herida que cruzaba
la cara, soltando sangre a borbotones. Poco después se encontró un hacha
manchada de sangre cerca del cuerpo... Pero en los documentos policiales a que
hemos tenido acceso se cita otro descubrimiento en la casa que, al principio,
pasó totalmente desapercibido por los agentes y el Juez Instructor: "También se
encuentra en el bolso envoltorio conteniendo ajo, hojas negras y tarjeta del
parapsicólogo Manuel Caamaño Sande de Bugallido-Negreira."
El asesino hechizado
Durante la investigación, según nos han confesado varios de los policías, se
planteaban numerosos enigmas: "No entendíamos como había entrado en la casa, -
explica el teniente Ángel V.- La puerta no estaba forzada, y las ventanas y las
contraventanas de madera estaban cerradas por dentro. Parecía que hubiese
atravesado las paredes".
"Otra cosa curiosa - añade Angel V.- fue lo de las huellas dactilares.
Encontramos huellas de todos los dedos menos del índice, que es la que se
utiliza en el DNI y la más importante para identificar a un sospechoso..."
Pero lo más extraño era el móvil, que no existía. No se trataba de un robo, ni
de una violación, ni de una pelea...
Tras una brillante investigación, que sería muy largo describir, los agentes de
la Policía Judicial descubrieron un sospechoso que, al verse en la comandancia
de la Guardia Civil, se derrumbó inmediatamente, confesando su crimen. En el
"Acta de interrogatorio de José Martínez Baña", en mi poder, podemos leer cosas
tan sorprendentes como: "Asimismo delante de la puerta de su casa (de J.
Martínez) aparecían de vez en cuando huevos, sal y ajos que no sabía quien ponía
pero que en una ocasión escuchó unos ruidos de pasos y al asomarse comprobó que
era Carmen Baña observando que había dejado algunos de tales productos delante
de la puerta, deduciendo entonces que era ella quién lo hacía siempre... Que su
marcha (del lugar del crimen tras consumarlo) no obedecía a intención de huida
ya que tenía pensado acudir a la consulta de un "sabio" (vidente)... " Que luego
fueron (el acusado y su madre) a la consulta del citado "sabio" (vidente)."
Poco después se descubriría el increíble móvil del brutal asesinato. José
Martínez había visitado a varios videntes y adivinos, que aseguraban al joven
coruñés que era víctima de un "mal de ojo" que le había echado una vecina "y
habría que darle un escarmiento". De esos videntes solo aparece el nombre de uno
en los documentos policiales; Manuel Caamaño Sande, un conocido
vidente-curandero que se ha formado en las religiones afro-americanas, y que
lidera en la población coruñesa de Negreira, a un grupo de "médiums" umbandistas.
Lógicamente dirigí mi investigación hacia Manuel, reputado vidente y curandero
gallego a quien ya había conocido hace diez años durante mis estudios personales
sobre el curanderismo en Galicia. Formado en Salvador de Bahía (Brasil), Nigeria
(Africa), etc. Caamaño reúne en su particular teología esotérica todo el
sincretismo afro-americano. Yo mismo pude asistir tanto a limpias espíritas,
como a rituales de umbanda o candomblé en el "terreiro" personal de Manuel
Caamaño en varias ocasiones. Además investigué las prósperas herboristerías que
mantiene en toda Galicia, y a algunos de los más aventajados alumnos del
"santero" de Negreira, que han terminado por independizarse montando sus propias
consultas. Según todas las pistas, Caamaño sometió al joven asesino a varios
rituales de candomblé y umbanda, pero todo era inútil, "la bruja continuaba
hechizándolo". Según su propia declaración ante el tribunal, Caamaño le había
dicho que la "bruja tiene mucho poder, y hay que darle un escarmiento"... Así
que el joven decidió acabar con el maleficio asesinando de un hachazo en la cara
y ocho puñaladas a la "meiga"...
En diciembre de 1990 toda la prensa gallega resaltó en titulares el caso. El
asesino "víctima del mal de ojo" se sentaba en el banquillo de Sección Segunda
de la Audiencia Provincial de La Coruña para asistir a su juicio y,
posteriormente escuchar la sentencia y condena consiguientes.
El sumario ordinario n º 72 de 1989 del Juzgado de Instrucción de Noya, rollo
477/89, casi parece un tratado filosófico sobre la brujería y las creencias
tradicionales gallegas.
Ojalá nunca, nunca más, los consejos de un vidente, o el fanatismo esotérico,
creen nuevos "asesinos hechizados"... y nosotros no tengamos que publicar más
artículos como este.
Escrito por Manuel Carballal