El doble misterio de la Trinidad y de la Inmaculada Concepción
En el comienzo de la Creación la Sustancia Primordial no había pasado todavía de su latencia precósmica a la objetividad diferenciada, ni siquiera para convertirse en el sustrato invisible (para el hombre al menos) de la ciencia.
Pero en cuanto ?suena la hora? y se vuelve receptora de la impresión del Pensamiento Divino (el Logos) su ?Corazón? se abre.
Se diferencia, y los tres (Padre, Madre, Hijo) se convierten en Cuatro.
He aquí el origen del doble misterio de la Trinidad y de la Inmaculada Concepción.
El dogma primero y fundamental del Ocultismo es la Unidad Universal ( Homogeneidad) bajo tres aspectos. Esto conduce a una concepción posible de la Deidad, la cual, como Unidad absoluta, tiene que permanecer por siempre incomprensible para las inteligencias finitas.
?Si quieres creer en el Poder que actúa en la raíz de una planta, o imaginar a la raíz oculta bajo el suelo, tienes que pensar en su tallo o tronco y en sus hojas y flores. No puedes imaginar aquel Poder independientemente de estos objetos. La Vida puede ser únicamente conocida por el Árbol de Vida...?.
La idea de la Unidad Absoluta quedaría por completo quebrantada en nuestro concepto, si no tuviéramos algo concreto ante nuestros ojos para contener aquella Unidad.
La Deidad, siendo absoluta, tiene que ser omnipresente; de aquí que no exista ni un átomo que no La contenga.
Las raíces, el tronco y sus muchas ramas son tres clases de objetos distintos, y sin embargo, constituyen un árbol.
Los cabalistas dicen: ?La Deidad es Una, porque es Infinita. Es Triple, porque siempre se está manifestando?. Esta manifestación es triple en sus aspectos, puesto que requiere, como dice Aristóteles, tres principios para que cada cuerpo natural se convierta en objetivo: privación, forma y materia.
Privación significa, para el gran filósofo, lo que llaman los ocultistas los prototipos impresos en la Luz Astral, el mundo y plano más inferiores del Anima Mundi.
La unión de estos tres principios depende de un cuarto: la Vida que radia desde las cúspides de lo Inalcanzable, para convertirse en una Esencia universalmente difundida en los planos manifestados de la Existencia.
Y este Cuaternario (Padre, Madre, Hijo, como Unidad, y un Cuaternario como manifestación viviente), es el fundamento que conducido a la antiquísima idea de la Inmaculada Concepción, cristalizada ahora finalmente en un dogma de la Iglesia Cristiana.
Pues no hay sino que leer la Kabalah y estudiar sus métodos numéricos de interpretación, para encontrar el origen de aquel dogma.
Es puramente astronómico, matemático y prominentemente metafísico: el Elemento masculino en la Naturaleza (personificado por las deidades masculinas y por los Logos Virâj o Brahmâ, Horus u Osiris, etc.), nace a través, no de un origen inmaculado, personificado por la ?Madre?, porque aquel Varón, teniendo una ?Madre? no puede tener un ?Padre?, pues la Deidad abstracta carece de sexo y no es ni siquiera un ser, sino la Seidad o la Vida misma.
Expresemos esto en el lenguaje matermático del autor de The Source of Measures (El Origen de las Medidas). Hablando de la ?Medida de un Hombre? y de su valor numérico (kabalístico), escribe que en el Génesis, cap. IV:
Es llamada la Medida del ?Hombre igual a Jehovah?, y esto se obtiene del modo siguiente: 113 x 5 = 565; y el valor de 565 puede colocarse bajo la forma de 56?5 x 10 = 565. De aquí que el número del Hombre, 113, se convierta en un factor de 56?5 x 10, y la lectura (kabalística) de esta última expresión, es Jod, He, Van, He, o Jehovah... La expansión de 565 en 56?5 x 10 tiene por objeto demostrar la emanación del principio masculino (Jod) del femenino (Eva); por decirlo así, el nacimiento de un elemento masculino de un origen inmaculado; en otras palabras, una inmaculada concepción.
De este modo se repite en la tierra el misterio verificado, según los videntes, en el plano divino.
El Hijo de la Virgen Celestial Inmaculada (o el Protilo Cósmico no diferenciado, la Materia en su infinitud), nace de nuevo en la tierra como Hijo de la Eva terrestre, nuestra madre Tierra, y se convierte en Humanidad como un total pasado, presente y futuro-; pues Jehovah o Jod-Hé-Vau-Hé, es andrógino, o a la par masculino y femenino.
Arriba, el Hijo es todo el Cosmos; abajo es la Humanidad. La Tríada o Triángulo se convierte en la Tetraktys, el sagrado Número pitagórico, el Cuadrado perfecto, y un Cubo de seis caras sobre la Tierra. El Macroprosopus (la Gran Faz) es ahora el Microprosopus (la Faz Menor); o como dicen los kabalistas, el ?Anciano de los Días?, descendiendo sobre Adam-Kadmon, de quien se sirve como de su vehículo para manifestarse, queda transformado en el Tetragrammaton. Hallase ahora en el ?Regazo de Mâyâ?, la Gran Ilusión, y entre Él y la Realidad existe la Luz Astral, la Gran Receptora de los sentidos limitados del hombre, a menos que el conocimiento divino acuda en su auxilio.
Gracias a todas las bellas almitas que recorren estas páginas en busca del nectar supremo de la vida.
Que la Luz las envuelva.
Bendigo vuestros Cristos de eterna perfección