1º) Parte:
Los hijos del oscuro pensamiento.
En Metafísica no se habla sobre el bien y o el mal, solo de alta y o baja frecuencia de vibración.
Por Ley de Correspondencia, la luz, lo positivo lo bueno y real pertenecen a la región del bien y lo real.
Por Ley de Vibración la gama del bien y lo real poseen una alta frecuencia
La oscuridad, lo negativo e irreal pertenecen a la región del mal y tienen un baja frecuencia vibracional.
Por consecuencia, no hay nada bueno ni malo solo diferentes frecuencias de vibración.
Al respecto el celebre dramaturgo Shakespeare nos dice que no existe nada bueno ni malo, el hombre con su pensamiento así lo hace.
En realidad y de acuerdo a la ley de la Polaridad todo tiene su par opuesto que en definitiva son la misma cosa, las dos caras de una misma moneda, el frío y el calor, la oscuridad y la luz, el odio y el amor, etc.
¿ Quién puede afirmar a ciencia cierta, donde termina el frío y comienza el calor, donde culmina la oscuridad y comienza la luz.
Solo podemos poner señales a lo largo de una escala que señalan simplemente, el transito de un estado a otro que se suceden durante el trayecto de un polo a otro.
De acuerdo a la ley del Mentalismo todo el universo es una creación mental.
Por lo tanto, los pensamientos son cosas, y de acuerdo con el sabio pensamiento del eminente científico Albert Einsten, Dios no juega a los dados con el universo, nada se pierde o desaparece, todo se transforma.
El pensamiento humano, de por si esta conformado por una baja frecuencia de vibración que moldea a su dueño y va lenta pero inexorablemente conformando su vida y entorno.
Los pensamientos centrados en el error y apoyados por una fuerte emoción (ira, odio, mentira, envidia etc.) son mucho más bajos en frecuencia vibracional y se desprenden fácilmente del campo mental del emisor , proyectándose fuera de su cerebro y mente e ingresando en diversos planos y subplanos como así también en variadas dimensiones.
Estos pensamientos viajan disparados raudamente como flechas al aire que luego de culminar su ciego trayecto caen, produciendo daño por doquier y luego de contactar y amalgamarse (por ley de afinidad) con otros pensamientos de la misma índole, lejos de desaparecer, van conformando verdaderos entes negativos.
Cuando el hombre cayo , por propia voluntad del jardín edénico al plano físico tridimensional (referido en los textos bíblicos) la raza humana comenzó a generar y conformar con amorfas masas de energía mental negativa, ciertos entes que fueron llamados egregores.
Estos verdaderos hijos del error , de por si no tienen vida propia si no la que le suministra su creador (el pensante en el error).
Para continuar con su sórdida tarea, los egregores necesitan ser nutridos constantemente por los pensamientos errados que genera su creador .
Son como verdaderos vampiros energéticos que nacen, crecen y obran en el error, alimentándose de los más bajos instintos humanos .
Durante su desarrollo y gran actividad, estos entes demandan una gran cantidad de alimento que literalmente va secando a su creador sumiéndolo con el pasar del tiempo en una agonía solamente comparable a los tormentos del infierno del Dante, hasta culminar su obra destruyendo y borrando completamente a su literal Padre , del plano físico terrenal.
Antes de culminar la tarea de destruir a su creador , los egregores se encargan de buscar a otro ser pensante en el error para continuar subsistiendo , puesto que al aniquilar a su creador no tendrían con que alimentarse y se auto destruirían.
Todo esto viene desarrollándose , minuto a minuto, hora tras hora, día tras día, semana tras semana, mes tras mes, año tras año, siglo tras siglo en el plano físico de este mundo terrenal.
Introducción al Código Crístico
La Biblia , en su Antiguo y Nuevo Testamento no solo contiene el código ultrabinario egregorial, también lleva en si el Sagrado código Crístico encriptado sabiamente entre su texto por maestros en luz de dimensiones superiores.
Newton y otros científicos, filósofos y sabios intentaron encontrar esas claves y no lo lograron.
Ya en la actualidad , haciendo un arduo trabajo sin un ordenador, se logra llevar el texto de la Torah a cincuenta líneas con más de 6.000 letras cada una, y se encuentra la palabra TORAH en el inicio de cada columna correspondiente a cada uno de sus cinco libros.
Basado en el trabajo anterior luego de cierto tiempo se lleva ese texto a un ordenador y se descubre en el, una información oculta que no obedece al azar.
Un par de eminentes pensadores junto a eruditos de las Universidades de Harvard y Yale elaboran un elemental programa binario de computación que devela un código criptográfico secreto hábilmente ubicado entre los textos bíblicos.
Con este programa, se somete a análisis a varios nombres de destacadas personalidades, logrando buenos resultados.
Cinco hechos importantes fueron conocidos por los investigadores antes que sucedieran y ellos sucedieron con precisión .
Este estudio supero 1 en 20 millones la posibilidad del azar .
Luego de pasar 3 rigurosos análisis de destacados matemáticos, es publicado en una de las más prestigiosas revistas científicas internacionales.
Sin la ayuda del ordenador no hubiera sido posible quitar los sellos herméticos que guardaban el mensaje oculto de la Biblia , mensaje escrito como un programa computacional ultrabinario que abarca, detalladamente cada hecho o suceso de la Humanidad con 3.000 años de anticipación y brindando la posibilidad al hombre de conocer, aprender y reinstaurar el primigenio plan de Luz, Paz y Amor de Dios en la Tierra.
Los sellos herméticos de la Biblia han sido abiertos por verdaderos pioneros de la programación binaria en ordenadores de muy escasos recursos , acordes con, esa época.
Con la tecnología informática actual, el hombre tiene mayores recursos para continuar esta tarea.
Apenas 12 a 14 años nos separan de los inicios de la computación.
En un año , la ciencia informática avanza lo que en 7 años se sucede en la vida de un hombre. Todo avanza raudamente hacia el gran salto cuántico que el hombre debe efectuar para lograr alcanzar la próxima dimensión.
Continuara...
Por: Juan Orsini
Círculo Metafísico Argentino