La iluminación que se manifiesta como resultado del despertar espiritual es como un divino rayo de luz, que parte raudamente del gran sol central Padre Madre Amor y despierta a su hijo bien amado de su pesado sueño material.
El hijo del altísimo al recibir esta luz despierta a la majestuosa realidad de ser uno con su divina esencia materpater.
Por fin comprende de corazón las palabras del dulce maestro Jesús : "Yo y mi Padre uno solo somos".
Observa maravillado toda la divina obra que lo circunda y ve a Dios en todo, hallándolo en el minúsculo átomo, como así también en la inconmensurable inmensidad del universo (Yo Soy el todo en todo).
Desarrolla una simplicidad y sensibilidad especial, cultivando el respeto absoluto y total sobre toda manifestación de vida.
El ser que logra esta iluminación es como un verdadero faro que ilumina todo lo que lo rodea.
Desde luego, que desde esta posición solo se generan acciones mentales, emocionales y físicas en la perfección, sembrando toda la buena semilla que precipitará por ley la mejor de las cosechas.
Ellos, a través de su abnegado servicio han protegido a la raza humana de su peligrosa ignorancia evitando así su autoexterminio.
Un amplio porcentaje de estos héroes nacen, como el ave fénix de las cenizas de su propio ego. Algunos pocos son verdaderos iluminados de nacimiento. Se los puede encontrar manifiestos en diversos campos del quehacer humano, no solo en el metafísico sino también en la educación, la religión, la filosofía y las artes.
El verdadero metafísico no es un teórico soñador que vive solo para meditar ; el manifiesta armoniosa actividad y es un ejemplo viviente de esta poderosa afirmación:
YO SOY LA PRESENCIA DE DIOS EN ACCIÓN
MANIFESTANDO BELLEZA, BONDAD, ALEGRÍA, PUREZA Y LIBERTAD.
Por Luz, Ext 612
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