Una ciudad perdida en medio de la selva tropical; desconcertantes
conocimientos matemáticos y astronómicos; colosales templos y gigantescas
pirámides; y extraños avistamientos y aterrizajes de ovnis en La Ciudad de las
Voces de los Espíritus, la capital perdida del Mundo Maya. Nos levantamos en
plena noche. Debíamos cruzar algunos kilómetros de selva, arropados por nuestras
linternas, para llegar a las centenarias ruinas mayas antes de que saliese el
sol. Después treparíamos por aquellos toscos escalones de madera, ayudados por
las raíces de los arboles que sobresalen de la tierra, hasta alcanzar la cumbre
de la pirámide más alta de Mesoamérica; el Templo número IV de Tikal. Desde allá
arriba podríamos asistir a uno de los espectáculos más fascinantes que puede
observar ojo humano; la salida del sol, sobre la selva de Petén, entre cuyos
arboles podíamos adivinar las cúspides de otras 3 pirámides mayas de Tikal. A
nuestro alrededor, a medida que el sol acariciaba nuestros rostros, comenzó a
rodearnos el sonido de la vida: monos aulladores y araña, 300 especies de aves
salvajes, pumas y el sagrado jaguar parecían saludar al astro rey a medida que
ascendía sobre el horizonte.. Y en ese instante pudimos comprender porque los
antiguos mayas adoraban al Sol como la máxima divinidad, y porque llamaron a
aquella enigmática ciudad Tikal, que en maya significa: "la ciudad de las voces
de los espíritus".
Un enigma en plena selva
La selva de El Petén, se extiende desde el estado mexicano de Chiapas hasta la
frontera con Belize, ocupando 35.854 metros cuadrados de selva tropical
guatemalteca. Entre su frondosa vegetación se esconden todavía muchos secretos.
Por algo la selva de El Petén posee más sitos arqueológicos que cualquier otro
lugar en Latinoamérica, lo que no es de extrañar ya que se han encontrado
evidencias de núcleos poblados desde la prehistoria, así como restos de grandes
centros urbanos y ceremoniales desde el 600 a.JC.
Pero, de todos esos lugares arqueológicos, que se agazapan entre la selva
tropical de El Petén, sin duda la perla histórica por excelencia es la capital
del imperio Maya durante años; la ciudad de Tikal.
Oficialmente el descubrimiento de Tikal se atribuye a Modesto Méndez Guerra,
Corredor de El Petén, quien el 23 de febrero de 1848 comando una expedición en
busca de antigüedades, hasta la ciudad de Tikal, donde permaneció 8 días, hasta
el 3 de marzo, declarando la re-descubierta capital maya como patrimonio
propiedad de Guatemala. Pero en realidad Méndez acudió a Tikal gracias a
Ambrocio Tut, quien se había encontrado las ruinas de Tikal mientras realizaba
su trabajo como leñador en la selva, notificando al Corregidor su
descubrimiento.
Pero si hemos de hacer justicia, la verdad es que existen referencias históricas
a Tikal muy anteriores. Según un informe manuscrito del padre Fray Andrés de
Avendaño, que en 1696 se perdió en la selva de El Petén, cuando regresaba a
Yucatán tras un viaje evangélico, en los primeros días de febrero de ese año se
encontró unos "templos muy altos y antiguos" casi devorados por la vegetación.
Sin saberlo el padre Avendaño había descubierto Tikal, pero su descubrimiento
quedó en el olvido durante 200 años más, hasta el redescubrimiento de Ambrocio
Tut.
Pero, ¿cuanto tiempo permaneció Tikal abandonada en la entrañas de El Petén? Y
sobretodo ¿por qué fue abandonada esta prospera capital del imperio maya de
repente? Ese es uno de los mayores enigmas de nuestra historia.
Según la investigación de todos los arqueólogos, historiadores y exploradores
que han estudiado los vestigios de Tikal durante los últimos años, la "Ciudad de
las Voces de los Espíritus" fue una próspera capital durante siglos.
Según las investigaciones de Willian R. Coe y el Dr. Patric Colbert,
responsables de las importantísimas excavaciones arqueológicas por la
Universidad de Pennsylvania, los mayas comenzaron a asentarse en Tikal hacia el
600 a.JC., ocupando un áerea de unos 16 kilómetros cuadrados, habitados por unas
75.000 personas. A partir de entonces se inició un reinado de más de 1000 años,
en los que la magnífica Tikal cubrió de cultura, tecnología y esplendor maya, la
selva de El Petén.
La ciudad de las voces de los espíritus
La habilidad de aquellos arquitectos mayas, que hace dos milenios y medio,
comenzaron a diseñar los cimientos del actual Tikal son evidentes. Y nunca mejor
dicho lo de cimientos, ya que según las investigaciones arqueológicas los
templos y edificios de Tikal están construidos sobre otros más antiguos.
Uno de los ejemplos de esa habilidad, relacionado sin duda con el nombre maya de
Tikal, y esas "voces de los espíritus", es la sorprendente propiedad sonora de
su plaza central. Cuando nos colocamos en el centro de la misma, entre los
templos I y II de Tikal, y aplaudimos, podemos escuchar un sorprendente eco que
retumba a nuestro alrededor. Un eco sordo y casi siniestro. Si hacemos el mismo
experimento desde la parte alta de la ciudad, por ejemplo, desde la Acrópolis
Norte, escucharemos de nuevo ese sorprendente eco, aunque con un tono distinto.
No nos cuesta demasiado trabajo imaginar lo espectacular que debían resultar los
cánticos rituales y los discursos emitidos en la plaza central, retumbando
gracias a esa sorprendente cualidad auditiva de Tikal, como si de un gran
amplificador ecualizado se tratase.
Y es que la habilidad arquitectónica de los mayas esta fuera de toda duda. Y
nosotros pudimos constatarlo personalmente. Por ejemplo, en el extremo Oeste de
Tikal se encuentra el llamado Complejo del Mundo Perdido, y en el encontramos la
Gran Pirámide o Pirámide Astronómica del Mundo Perdido. Durante nuestra visita
tuvimos la oportunidad de trepar a lo alto de esta pirámide astronómica para
contemplar una espectacular puesta de sol sobre la selva de El Petén. Desde tan
excepcional atalaya, pudimos observar con todo detalle como el sol se iba
poniendo ante nosotros, mientras, al mismo tiempo, una esplendorosa Luna Llena
salía al mismo tiempo por nuestra espalda.
La preocupación de los mayas por la astronomía es evidente, y sus conocimientos
matemáticos no son menos desconcertantes que sus conocimientos arquitectónicos.
Los mayas inventaron el 0, sofisticación matemática, siglos antes de que llegase
a utilizarse en Europa. Por no hablar de la exactitud de su calendario, que
aventajaba con creces a nuestro greco-romano. Todo eso sin contar la pericia de
sus estudios astronómicos, por ejemplo, en torno a planeta Venus.
Además de la sabiduría de sus astrónomos, otros conocimientos técnicos de los
mayas resultan desconcertantes hoy en día, y para eso basta echar un vistazo a
su majestuosas obras arquitectónicas.
En el caso de Tikal sin duda sus monumentos más importantes son los VI templos
piramidales descubiertos hasta ahora en el complejo ceremonial maya mas
importante de El Petén. De hecho, en esta selva se encuentran los únicos juegos
de pirámides gemelas del mundo. Solo aquí, y por alguna desconocida razón, los
arquitectos mayas construyeron diferentes juegos de pirámides iguales
emparejadas.
Incuestionablemente los mas famosos son los templos I y II situados en la Gran
Plaza Central de la ciudad. Uno de ellos, el templo II, se popularizó aun más,
recientemente, gracias a un spot publicitario de un famoso refresco, en el que
una lata del mismo cae desde lo alto de la pirámide, rebotando por los
escalones, hasta llegar al suelo y caer en manos de un de los típicos monos
aulladores de El Petén, mientras el joven turista al que se le ha caído la lata
grita pavorosamente desde lo alto del templo.
Esa pirámide, el templo II de Tikal, es conocido como Templo de las Máscaras,
debido a su fachada ricamente adornada con mascarones estucados, que estuvieron
pintados de azul, rojo y negro en su origen. 38 metros de altura en la
actualidad, aunque era un poco más alto en su origen. En su interior fueron
descubiertos lujosos dinteles de madera de chicozapote, ricamente labrados, pero
que los arqueólogos americanos se llevaron a New York, encontrándose ahora en el
Museo de Historia Natural Americano de dicha ciudad.
Al otro lado de la Gran Plaza de Tikal, justo frente al Templo de las Máscaras,
se encuentra el Templo I, o Templo del Jaguar Gigante, de 46 metros de altura .
Recibe ese nombre ya que en uno de sus dinteles de madera se ve al soberano de
Tikal sentado en su trono, protegido por un gran Jaguar Rampante. Ese soberano
era Ah Cacao o Gran Señor Cocoa (aunque la Dr. Tatiana
Proskouriakoff lo ha identificado como Señor Luna Doble Peine, en base al
jeroglífico que lo identifica), y su tumba fue encontrada en 1962 por Oubrey S.
Trik, a 6 metros bajo el templo I, aunque estelas con su imagen aparecen en
varios lugares de Tikal, por ejemplo, al pie del templo II.
El templo III o Templo del Sacerdote Jaguar, con 55 metros de altura, se
encuentra mas al oeste. Un visitante profano puede pasar ante él sin
descubrirlo, a pesar de tratarse de una de las pirámides mayores del periodo
maya tardío, debido a que esta prácticamente sepultado por la vegetación. Solo
se ha desenterrado su parte superior, que ofrece unas vistas espectaculares de
la selva de El Petén. Lo mismo ocurre con el templo IV o Templo de la Serpiente
Bicéfala, el más alto de Mesoamérica, con sus más de 70 metros de altura
(incluyendo su plataforma).
Trepar hasta lo alto del templo IV es una aventura poco recomendable para
quienes padezcan de vértigo (ya ha habido algunos accidentes) sin embargo,
ascender hasta su cumbre antes de la salida del sol, para poder contemplar un
amanecer sobre Tikal, merece la pena.
Esta colosal pirámide, casi sepultada totalmente por los arboles y la
vegetación, fue construida por Ah Cacau para su hijo Yaxkin (hacia el 741 d.JC.
según los análisis de Carbono 14).
Al sur se encuentra el templo V, de 57 metros de altura, que permanece sin ser
excavado aún, y que no tiene nombre, y en el extremo sudeste del complejo, al
final de la Calzada Méndez, se erige el sexto templo de Tikal, o Templo de las
Inscripciones. Su nombre se debe a los abundantes jeroglíficos que aparecen en
la parte posterior del templo. Esos jeroglíficos, al menos los pocos descifrados
hasta ahora, apuntan la fecha del 766 d. JC.
La ciudad de los mil templos
A pesar de que los investigadores han descubierto nada más y nada menos que unos
3000 sitios arqueológicos en la selva de El Petén, se calcula que no se conoce
más que un 10 o un 20 % del total de vestigios que realmente esconde esa selva.
Cientos de complejos, necrópolis, templos, pirámides, acrópolis, y demás
construcciones y edificios de origen maya, que todavía ocultan muchos secretos.
Solo en torno a la Gran Plaza de Tikal, que el investigador José María
Marquez califica como "sin duda el corazón del Imperio Maya", se encuentra
gran variedad de esas edificaciones.
Tanto en la Acrópolis Norte y Central, como en la Plaza Este, que rodean la Gran
Plaza por el Norte, Sur y Este respectivamente (al Oeste tiene el templo III),
nos ofrecen excelentes restos arqueológicos, como mascarones de los dioses, o
estelas y altares de sacrificios, que nos ilustran en torno a la religión y
creencias de los mayas.
Esos mascarones, como las estructura 5D-33-3ª o 5D-33-2ª , representan a los
dioses del panteón maya, como Chaac, el poderoso Dios de la Lluvia.
En cuando a las estelas y altares sacrificales, son numerosísimos, y nos dan una
idea de la gran cantidad de sacrificios humanos que se realizaron entre aquellas
piedras, decapitando a las víctimas o extrayéndoles el corazón en homenaje a los
dioses, especialmente Itzamná (Dios principal) o Ah Puch (Dios de la muerte).
Sin duda eso vino a acrecentar la fuerza telúrica que se encierra en torno a esa
plaza. Cierto tipo de viajeros (que no turistas) al visitar estos lugares de
poder no podemos evitar realizar cierto tipo de ejercicios para captar esa
energía, aunque podamos convertirnos (como fue mi caso al meditar en el centro
de la Gran Plaza de Tikal) en el blanco de todas las miradas de los vigilantes y
visitantes de la ciudad.
Sin embargo, los actuales mayas, descendientes de Ah Cacao, conocen el poder
telúrico de ese centro ceremonial, y continúan visitando Tikal para realizar sus
ritos mágicos ancestrales.
Todavía hoy, a las puertas del año 2000 es posible asistir a las mismas
celebraciones rituales que se realizaban hace veinte siglos en Tikal, por
ejemplo en los solsticios y equinoccios, en los que indígenas de todo el país
acuden a la Ciudad de las Voces de los Espíritus para rendir cultos a
antiquísimas divinidades y, lo más increíble, es que pareciese que esos dioses
escuchan sus plegarias. Me explico.
La tradición de los dioses mayas llegados desde las estrellas no son una
creencia obsoleta porque, sorprendentemente, según pudimos descubrir, Tikal ha
sido objeto de espectaculares avistamientos OVNI.
El pasado 1 de diciembre, por ejemplo, varias docenas de personas que se
encontraban en los alrededores del Templo de la Serpiente Bicéfala, a las 5 de
la madrugada, pudieron asistir a un increíble espectáculo. Luis Oliveros, uno de
los expertos guías de Tikal, que ha participado en diferentes excavaciones
arqueológicas en El Petén, nos describía así su experiencia: "Estabamos una
docena de personas en el Templo IV y había más en otras partes del parque. De
repente se iluminó todo el cielo y apareció una esfera muy grande, más que la
Luna Llena y completamente blanca. Cruzó todo el cielo y desapereció de repente,
pero dejó una gran estela, como una calle de luz dibujada en el cielo, que
permaneció visible unos tres minutos. Algunos incluso pudieron tomar fotos".
La experiencia de Luis no fue la única ni la más increíble. En Tikal se han
producido otros muchos avistamientos y, lo que es más sorprendente, incluso el
aterrizaje de estas naves en plena Gran Plaza. "Hace unos años, según relatan
otros especialistas de Tikal, como Luis A. ?que actualmente trabaja en las
ruinas mayas en Belize- uno de esos aparatos aterrizó en la Gran Plaza, entre
los templos I y II. Afortunadamente dejó un gran marca en el suelo, con todo el
piso aplastado y chamuscado, que pudieron ver muchas personas durante días, de
lo contrario nadie creería que los dioses habían regresado a la Ciudad de las
Voces de los Espíritus".
Escrito por Miguel Blanco