"...tal vez la facultad psi esté más desarrollada en los pueblos primitivos
que en los avanzados, y quizá sea más activa en algunos animales que en el
hombre primitivo." A. S. Parkes, en Percepción extrasensorial: B. Simposio de la
Fundación Ciba (1956) Se ha escrito mucho sobre todo tipo de experiencias
paranormales protagonizadas por seres humanos: clarividencia, telepatía,
precognición, retrocognición... Sin embargo, este tipo de fenómenos y otros, no
son exclusivos de la condición humana. También los animales, domésticos o
salvajes son receptores de increibles vivencias. Estos son sólo algunos
ejemplos...
"Yo tenía una perrita -Leica- de raza Pointer. Con ella mantenía una relación
muy especial de telepatía. Escribía en un papel, junto con un amigo, una orden
que yo deseaba que Leica hiciera. La perra lógicamente no sabía lo que había
escrito. Entonces la miraba fijamente, pensando en la orden, que me trajera algo
en concreto, por ejemplo y, nunca fallaba, siempre aparecía en la boca con lo
que yo le había pedido mentalmente".
Esto me contaba el periodista y psicólogo Miguel Blanco hace poco en Madrid. No
obstante, aunque espectacular, no es una experiencia única. Otras tantas
personas que tienen animales en casa, han podido percibir en alguna ocasión una
especie de conexión mental entre ellos y sus mascotas. Sólo basta indagar un
poco para rescatar casos sumamente interesantes. Son tan numerosos, que no sería
prudente descartar la autenticidad de estas vivencias.
La mayoría de los casos que he tenido la oportunidad de recoger se producen en
perros y gatos, tal vez porque son los animales domésticos que más
frecuentemente comparten con nosotros el espacio vital, y por ello quizás nos
fijamos más en sus comportamientos y viceversa. Pero otros muchos, no tan
domésticos, también son receptores de lo paranormal. De hecho, quizás, (por su
propia anatomía), el animal más sensitivo que existe sobre la faz de la tierra,
puede ser el tiburón.
El tiburón: un ser paranormal
Los temibles tiburones, con fama de "devora-hombres" -la mayoría de las veces
injustificada- apenas han evolucionado ¡desde hace más de ciento ochenta
millones de años! En realidad, tampoco les ha hecho demasiada falta cambiar su
estructura anatómica, pues son casi perfectos. A pesar del dilatado intervalo
que llevan surcando los mares, poco se sabe sobre ellos y sus costumbres. No en
vano, cada poco tiempo aparecen todavía nuevas especies que vienen a sumarse,
(ante los incrédulos ojos de los científicos), a las más de 350 especies ya
reconocidas.
Las investigaciones que los ictiólogos llevan a cabo apuntan cada vez con mayor
contundencia a la posibilidad de que los tiburones sean una especie de enormes
aparatos receptores que perciben sin dificultad los ultrasonidos, incluso a
largas distancias. Esto es al menos lo que mantiene la ictióloga Eugenie Clark.
Esta investigadora es fundadora de un laboratorio marino en Florida. Además, ha
dedicado gran parte de su vida al estudio de los tiburones estando considerada
como una de las mayores expertas en estos animales.
En efecto, los tiburones poseen las llamadas ampollas Lorenzini, que están
colocadas bajo la piel de su cráneo. Son una especie de saquitos rellenos de
mucosidad en los que se insertan terminaciones nerviosas muy sensibles. Cada vez
se tiene más claro que gracias a estas ampollas, los tiburones son capaces de
captar la actividad eléctrica muscular de sus posibles víctimas. De este modo,
el tiburón puede localizar presas que permanezcan inmóviles y ocultas, aunque
estén fuera de su campo visual. Es algo así como, -para que nos entendamos-, que
pueden percibir el "aura" de otros seres vivientes.
Científicos holandeses llegaron a la misma conclusión y aún afinaron más,
comprobando tras experimentar con la pintarroja (Scyliorhinus canícula) que era
capaz de percibir la presencia de especies tan pequeñas como las bentónicas
(platijas, gambas y cangrejos) aún sin visionarlas u olerlas, por medio de la
captación de los campos eléctricos que estos animales desprenden. Tales campos
tienen su origen en la región cefálica de aquellos diminutos animales y pueden
alcanzar una intensidad, en ejemplares sanos, de quinientos microvoltios.
Otros investigadores como el recientemente desaparecido Cousteau también
defiendían esta postura, y lo cierto es que todos los estudios que se han
realizado sobre este particular, retoman esta inquietante posibilidad, sobre
todo si tenemos la mala suerte de topar con un Carcharodon carcharias (tiburón
blanco).
Presentir la muerte
Se sabe de casos en los que el animal está adiestrado para que si escucha
algún tipo de señal, pueda saber que algo anda mal, y que su amo se halla en
peligro de muerte. Ejemplo de ello es el caso de Lyric, un setter irlandés que,
en Marzo del 96, salvó la vida de su dueña al escuchar una señal de alarma
procedente de la máquina de oxígeno que usaba Judy Bayly. Esto acontecía en
Nashua (New Hampshire). Lo sorprendente del caso fue que Lyric consiguió con sus
patas, marcar el número de teléfono de la policía y ladró de tal manera que,
desde el otro lado de la línea, entendieron que algo grave estaba sucediendo.
Pero ¿qué ocurre en los casos en los que no hay signos evidentes -al menos desde
el punto de vista físico- del fallecimiento de alguien?
"Antes de venir a esta clínica, yo trabajaba en otra que estaba por la calle de
Reina Victoria (Madrid). Un día, por la mañana, escuchamos un aullido procedente
del patio interior, en el que había viviendas. Era un aullido muy raro, como de
una pena horrorosa. A todos nos extrañó porque no sabíamos que allí hubiera
ningún perro. Con anterioridad nunca había ladrado. El perro siguió aullando, y
ahí quedó la cosa hasta que, al día siguiente, su dueño se suicidó". El animal
intuyó que algo muy trágico iba a pasarle a su amo. Sabía con antelación que
había tomado la dramática decisión de acabar con su vida. El relato de este
sobrecogedor caso lo hacía la veterinaria Mª José Jiménez, que junto con la Dra.
Mª del Carmen Zulaica Calvo, atienden todos los días a animales enfermos en la
Clínica Veterinaria Ortega y Gasset de Madrid.
Ellas, mejor que nadie, son las personas indicadas para hablar sobre la
posibilidad de que se produzcan experiencias paranormales en animales, ya que
están en contacto con éstos a diario. En opinión de la Dra. Zulaica este tipo de
casos no pueden ser descartados : "Ellos detectan cosas que a nosotros se nos
escapan. Aquí, el día que pasamos consulta con fiebre tenemos que andar con
mucho cuidado, porque ese día tenemos más posibilidades de que un perro nos
ataque. Es como si supieran que en ese momento estás más débil y lo aprovechan",
explica Mª del Carmen.
Otro fenómeno típico que se suele producir con relación al presentimiento, por
parte de animales, de la muerte de una persona es el que a continuación relata
A.B.A., restauradora de profesión, que prefiere guardar el anonimato: "Fue hace
muchos años. Teníamos entonces un perro mezcla de lobo con mastín, llamado
Montañés. Un día estaba viendo la televisión por la noche con mis padres y mi
hermano. Mi abuela hacía varios días que se encontraba enferma. Tenía neumonía.
En un momento dado, el perro se sentó y empezó a aullar como un loco. Entonces
preocupados, nos levantamos y fuimos corriendo a la habitación de mi abuela.
Estaba muy pálida. Sin embargo, entre las 3 ó 4 de la madrugada volvimos a verla
y había muerto". En realidad, lo más sorprendente es que, llevando la mujer
varios días enferma, Montañés supiera que era ése y no otro, el momento en el
que la abuela iba a fallecer. Otro suceso parecido, que una joven madrileña
Laura H. me relató hace poco, es el de un perro que comenzó a aullar al mismo
tiempo que un vecino del edificio donde vivía se estaba muriendo (aquí, el
animal "aparentemente", ni siquiera sabía que el vecino estaba enfermo).
También se puede dar la modalidad de que sea el propio animal el que profetice
la fecha de la muerte de varias personas, como en el conocido caso del periquito
de Hamburgo, estudiado entre otros destacados investigadores de los fenómenos
paranormales, por el filósofo El profesor D. Germán de Argumosa, quien
amablemente me recibió en su estudio para contarme cómo fue este inquietante
asunto.
Recordemos brevemente que este caso se produjo en 1973, cuando un periquito
perteneciente a la familia Von Damáros, de nombre Butchi, tras el fallecimiento
de Bárbara, la hija adolescente del matrimonio, comienza a hablar, afirmando ser
la propia niña muerta. Para no extendernos demasiado, señalaremos que antes de
morir, Butchi vaticinó la fecha exacta de la muerte de varias personas,
incluyendo la del propio Konstantin Raudive. Claro que, no cabe duda de que éste
es un caso totalmente atípico dentro de las vivencias psi-animal, aunque
suficientemente contrastado por multitud de expertos.
¿Simbiosis hombre-animal ?
Narra como cierta J.J. Benítez en Mágica Fé, una historia estremecedora con los
inteligentes y simpáticos delfines. Un grupo de pescadores procedentes de
Barbate (Cádiz), se echaron a la mar en La Perla del Océano. Una cría de delfín
cayó en sus redes, y el resto de la familia comenzó a emitir unos chillidos
parecidos a los de los niños. Los pescadores cortaron sus redes permitiendo así
que la cría se salvara de una muerte segura. Los hombres de mar continuaron su
camino hasta que, un fuerte vendaval se llevó a uno de aquellos pescadores sin
que el resto de sus compañeros se apercibieran de ello. Al notar su ausencia
dieron la vuelta, tratando de buscarle aunque sin muchas esperanzas de hallarlo
con vida. No obstante, después de más de diez horas desaparecido, lo vieron
"flotar" en la superficie. En realidad, la misma familia de delfines le habían
rescatado de las turbulentas aguas, para después protegerlo durante todo ese
tiempo de los tiburones. El pescador, de la impresión perdió el habla pero,
salvó la vida...
La historia, además de hermosa nos enseña muchas cosas sobre la relación entre
personas y animales. Con seguridad, el hombre necesita todavía aprender muchas
cosas sobre estos seres que nos rodean. De esta misma opinión es Miguel Blanco,
que al respecto de los delfines me comentaba: "No hay barreras en la
comunicación con los delfines. Consiguen sacar lo mejor que llevas dentro",
afirma el popular periodista, que ha tenido la oportunidad de nadar junto a
ellos numerosas veces. De hecho, en breve se dispone a poner en marcha un
proyecto de investigación destinado a la comunicación entre personas y delfines.
Lo cierto es que parece existir una simbiosis especial entre nosotros y los
animales. Desde luego, cuando mejor se aprecia esta "empatía" - si se me permite
la expresión -, es con relación a los animales domésticos. Otro de los casos que
más le había llamado la atención a la Dra. Zulaica es el de un cocker y el
pronóstico que hacía de los embarazos de su dueña. Esta mujer tuvo cinco
embarazos, y en todas las ocasiones que se quedó en estado, el perro, que
siempre acostumbraba a hacer pis en la calle, lo hacía en casa y delante de la
mujer, como en una actitud desafiante. Seguro que algunos lectores pueden pensar
que todo se deba a una simple coincidencia. Sin embargo, hablamos de ¡cinco!...
¿coincidencias ? Para colmo, el perro se adelantaba a los resultados de las
pruebas de embarazo, pero siempre lo hacía con la exactitud de un reloj suizo.
Tal vez, segregamos hormonas que el animal - de una forma u otra - percibe sin
esfuerzo.
Dentro de esa simbiosis puede incluso llegar a existir una dependencia total
entre persona y animal o viceversa, hasta el extremo de llegar a la muerte :
"Aquí atendimos -cuentan las doctoras Zulaica y Jiménez- a un pequinés, que era
ya muy mayor. Tenía 11 años y padecía una insuficiencia cardíaca. Su dueña, una
mujer también mayor, siempre nos decía que el día que se muriera su perro ella
también se moriría. La verdad es que el perro falleció y, 3 ó 4 días después
ella le siguió". Después de muertos, los animales nos siguen siendo fieles. Como
ejemplo, podemos citar un desafortunado caso que sucedió en la década de los
años 50. Se trata de un suceso exclusivo recogido por Karma 7 de boca de los
propios familiares, que nunca antes ha sido publicado: Rafael Mayalde -Marqués
de Corbera- y Luis Asprillas -Marqués de Asprillas-, habían madrugado, como
otras muchas veces, para ir a pescar a Añover del Tajo. No obstante, la suerte
no iba a estar con ellos. Lo que se presentaba como un apacible día de asueto se
transformó en tragedia cuando un remolino volcó la canoa y se los tragó. Los
cadáveres tardaron en aparecer más de un mes. Sin embargo, Chispa -el perro de
Mayalde-, no se resignó y continuó yendo al lugar donde se ahogaron los
infortunados jóvenes durante muchos años hasta que finalmente murió.
Animales terapéuticos
"En cierta ocasión una mujer me refirió un caso -comenta Miguel Blanco- que a mí
especialmente me impresionó. Esta mujer tenía una gatita siamesa. Un día, la
gata empezó a sentarse en la tripa de la mujer muy insistentemente. Por lo
visto, nunca lo hacía, así que no entendía el porqué de su actitud. Poco
después, la mujer comenzó a tener molestias en el estómago -justo donde el
animal se sentaba-, y el médico le diagnosticó que tenía cáncer de estómago. La
gata siguió haciendo lo mismo, y tiempo más tarde, al volver al facultativo,
éste le explicó que "milagrosamente" su mal había desaparecido. Sin embargo,
días después la gatita murió y cuando le hicieron la autopsia, descubrieron que
la causa había sido un tumor en la misma región".
¿Es posible que la gata ejerciera de sanadora con su ama ? Sinceramente lo
ignoro. Quizás, haciendo honor al refrán aquel de "Dios los cría y ellos se
juntan", es más que probable que o bien las personas proyectemos nuestras
dolencias en los animales de compañía o viceversa, pero lo desconcertante del
caso de la gata es que la mujer resultara curada. Desde el punto de vista de los
expertos, parece comprobado que los animales y sus dueños se asemejan más de lo
que creemos.
Lo que desde luego está fuera de toda controversia es, el hecho de que se
utilizan a muchos animales como terapia para personas con algún tipo de
trastorno : autismo y depresión son algunos ejemplos de ello. Los animales
pueden ayudarnos, aunque sólo sea para obligarnos con sus mimos y caricias a
salir un poco de nuestra "burbujita" interior.
"Ver" lo invisible
Pasaban algunos minutos de la una de la madrugada. El investigador Enrique
Padial y yo seguíamos con interés un supuesto caso de poltergeist. Llevábamos
visitando el domicilio de los testigos varios días, y hasta ese momento, nunca
había sucedido nada anormal. Nos encontrábamos todos -familia e investigadores-
reunidos entorno a la mesa del comedor. Contábamos chistes para relajar el
ambiente. De pronto, tres raps sonaron con fuerza procedentes de una de las
habitaciones (en la que no había nadie), sólo la pequeña perra de la familia.
Ésta, muy asustada, salió como alma que lleva el diablo de aquel lugar para
meterse directamente bajo los pies de su amo. Acto seguido se desencadenaron
varios fenómenos, cuando menos, anómalos. Casos como éste, -en esta oportunidad
vivido directamente por nosotros-, no son muy infrecuentes. También otros
estudiosos, como Sol Blanco-Soler (periodista, amiga y componente del equipo de
investigación del Padre Pilón), han vivido en sus carnes hechos similares. Ella
misma fue testigo de cómo, durante la investigación que hicieron del Palacio de
Linares, los perros (dos dobermans), de la empresa Prosegur, se negaban a subir
al primer piso. En concreto no querían entrar al llamado Salón de Baile. Es que,
¿acaso los animales detectaban algo que los humanos no podían ver ?. Quién
sabe...
Debo decir que mi experiencia a este respecto, fue distinta. Cuando yo estuve en
el palacio, ya no estaban los dobermans, sólo había un pastor alemán, que no le
hacía precisamente ascos a subir al primer piso, y que además mordía ; pero hay
que señalar que, las fechas en las que accedimos al recinto fueron posteriores a
la investigación del equipo del Padre Pilón, cuando el ambiente estaba ya muy
viciado, y poco receptivo a lo paranormal. La realidad es que todas estas
experiencias de las que estamos dando cuenta aquí, al igual que las
protagonizadas por los seres humanos son de complicada constatación. Nos tenemos
que atener a los testimonios de los dueños y de otras personas que estaban
presentes en el momento de los hechos. Desde luego, estas afirmaciones no pueden
ser desechadas a la ligera.
Concluyendo, ya sea porque, como creen las doctoras Zulaica y Jiménez, además de
tener las veinticuatro horas del día para observarnos, tal vez además,
desprendamos algún tipo de sustancia, hormona o similar. Algo en definitiva, que
el animal percibe con mayor facilidad de lo que creemos. Ellos captan a la
perfección nuestros estados anímicos... o, quizás por otras causas, que desde
luego -a mi en concreto se me escapan -. Lo realmente interesante es, que estas
experiencias se producen con mucha más asiduidad de lo que nos paramos a
considerar y la ciencia debería, cuando menos prestarles un poco de su atención.
Seguramente si lees estas líneas y tienes animales en casa, es probable que a
partir de ahora, des aún mayor atención a tus simpáticos compañeros.
Psi-animal y espiritismo
¿Qué es exactamente lo que los animales pueden detectar cuando se quedan mirando
a un punto fijo y comienzan a aullar? Desde luego es muy difícil contestar a
esta pregunta. Para Rafael González Molina, presidente del Centro de Estudios y
Divulgación Espírita (CEyDE), que lleva 42 años estudiando las doctrinas
espiritistas, la respuesta está clara : "El animal está viendo un ser, un
desencarnado que por infinitas razones está allí en la casa, y entonces el
animalito lo detecta. Lo detecta porque él está en otra fase. Son fenómenos que
están ocurriendo constantemente".
Por otro lado, en un trabajo de Humberto Mariotti, titulado El alma de los
animales en la codificación kardeciana, se expresa la posibilidad de la
reencarnación animal : "...los animales son seres con un principio inteligente e
inmortal y que están destinados a grandes mutaciones esenciales y formales hasta
alcanzar el nivel del reino hominal". Y continúa recogiendo un supuesto mensaje
mediúmnico recibido por el ingeniero Ernesto Bozzano en el que se explicaría
este proceso : "...El gas se mineraliza, el mineral se vegetaliza, el vegetal se
animaliza, el animal se hominaliza, el hombre se diviniza...". Toda una
reflexión, aunque tremendamente difícil de demostrar científicamente.
Experimentación con psi-animal
-Uno de los casos más conocidos y estudiados sobre telepatía animal, es el de
los caballos de Elberfeld. Se produjo en 1912. El instructor Karl Krall, de
Munich, enseñó a contar, a deletrear y a realizar otras muchas rarezas a un
grupo de caballos. Todo ello lo hacían dando patadas. Marcaban las unidades con
la pata derecha, las decenas con la izquierda, etc. De entre todos los caballos
destacó especialmente uno: Mohamed, que resultó ser mucho más inteligente que el
resto.
-Se han realizado numerosos experimentos tendentes a comprobar la orientación de
los animales. Por ejemplo con gatos, que eran transportados en automóvil o en
tren a varios kilómetros de distancia de donde vivían. No sólo supieron volver
con exactitud, sino que además lo hicieron por el camino más corto. Esto mismo,
se ha realizado con otros animales como murciélagos, roedores, abejas o palomas.
-Otro de los casos más sonados de paranormalidad animal es el del caballo Lady
Wonder, que llegó a precognizar, escribiendo a máquina acontecimientos futuros,
como los resultados de las carreras de caballos. La máquina no era normal: Las
teclas eran grandes, de goma blanda, y eran pulsadas por la yegua con la nariz.
Esta increible historia sucedía en 1932.
-Algunos de los experimentos estadísticamente más significativos fueron los
realizados por Wood y Cadoret en 1958. En este caso se enseñó a un perro a
responder a preguntas numéricas golpeando con la pata a su dueño. También se
hizo lo mismo con las cartas Zener. En última instancia, después de experimentar
con la telepatía, se probó con la clarividencia introduciendo las citadas cartas
en sobres opacos. El contenido de los sobres no era desvelado previamente ni a
su amo ni a los investigadores implicados en las pruebas.
Escrito por Clara Tahoces