Todo ser humano tiene algo más que un alma. Tiene un "ENA", o lo que es
igual, un espíritu. Es semejante a la apariencia humana de la persona a la que
pertenece pero sin materia física, más bien como si estuviera hecho de niebla,
transparente y gelatinosa.
El ENA es inmortal, puede vivir aún después de la muerte del cuerpo e incluso
puede ser visto si es convocado a este mundo a través de un brujo-hechicero para
ser consultado y pedir la ayuda de los dioses.
Este ENA debe comer y vivir como lo hace el cuerpo. Mientras la persona vive
alimenta su cuerpo y su ENA, pero cuando muere este está en peligro a menos que
continúe alimentándose. Para ello sacrifican vacas, cabras bueyes u otros
animales con regularidad de manera que los ENAS de estos animales sirvan de
alimento a los ENAS de sus antepasados. Si estos sacrificios de animales no se
cumplieran, los ENAS irían irremediablemente al estado de la inexistencia.
Por lo tanto los ENAS de nuestros ancestros deben permanecer vivos para que
podamos pedirles consejos y ayuda a nuestros problemas. Les debemos rogar que
pidan por nosotros a los dioses. Cuando un ENA empieza a estar hambriento el
primer síntoma que se detecta es cuando un hombre comienza a soñar que le
asaltan hombres y mujeres viejos. Si no hace caso de éstos sueños comenzará a
ser víctima de accidentes o de infamias, incluso puede ser objeto de adulterio
por parte de sus mujeres. Le van persiguiendo constantemente hasta que se
encuentra con la muerte. Y cuando su ENA llega a la tierra de Tura-ya-Moya, es
devorado por los ENAS de sus ancestros.
Dentro del sistema social de casi todas las etnias africanas el hechicero,
N´anga en idioma Ndebele, Nganga en Swahili, es la figura que ostenta el saber y
el poder. Tiene bajo su responsabilidad la custodia de los secretos de una
historia transmitida oralmente y que del mismo modo él revelará al descendiente
que elija.
El Nganga contará sus secretos a su sucesor para que este instruya a la nueva
generación lo que está obligado a saber: la Historia del Universo y sus dioses,
la historia de la formación y el funcionamiento del Hombre, así como las leyes
que habrán de regir su vida, cuestiones morales y de supervivencia.
Los niños asisten de esta manera a un sistema de aprendizaje seriamente
establecido que no se aprende en las aulas de una escuela, sino sentados
alrededor del fuego, a la luz de la luna y al amparo de las estrellas.
Transmitir los secretos en torno a la magia y a la medicina tradicional; para
comprender esa lógica de pensamiento es fundamental saber como conciben la vida
y la muerte esos pueblos africanos; es necesario volver al concepto que hemos
citado anteriormente, "espíritu" y tratar de comprender que para ellos la
enfermedad de los cuerpos acarrea la de los espíritus y viceversa, por lo tanto
la medicina no sólo no está separada de la magia sino que se enclava
directamente en el tratamiento con los ENAS de vivos y muertos. Magia y medicina
son una sola cosa y el Nganga es el que logra ese conocimiento.
Las ocasiones que con más frecuencia requieren los servicios del Nganga suelen
ser la grave enfermedad de alguien o su muerte. Es en este caso cuando se
sospecha que alguna costumbre sagrada se ha violado y alguno de los espíritus de
la tribu o de la familia están disgustados. También podría ser que algún brujo
ha actuado negativamente sobre la persona enferma o muerta.
Para averiguar de donde viene el problema, un pariente cercano a la víctima
visita a su "mondoro", la persona que se ha convertido en el médium de los
espíritus familiares y es el que sugiere qué Nganga debe de ser consultado.
Incluso entre la tribu Masona la figura del "Mondoro" es una institución y si
hay familias que no tienen, corresponde en ese caso al cabeza de familia decidir
el asunto. Esta persona delegada por la familia debe dirigirse al Nganga elegido
y cuando se encuentre frente a él debe decirle: "Baba (padre) te suplicamos,
deseamos que tires los "Hakata" para nosotros" y a continuación pasa a relatar
el motivo de su visita.
Es entonces cuando después de escucharle, el Nganga entra en su choza y se viste
con el atuendo adecuado y ruega a los "Hakata" que hagan su trabajo. Después
sale ya ataviado con el traje de ceremonia y se sienta en el suelo, lo más
probable es que lo haga sobre una piel de animal, normalmente suele ser piel de
leopardo, animal que los brujos prefieren para celebrar sus rituales.
El delegado de la familia extiende al brujo los honorarios por el servicio de la
adivinación y el Nganga como respuesta, coge los huesos que pone en las manos
del "paciente" y le invita a hacer la primera tirada. Esta ceremonia tiene como
objeto establecer contacto entre los huesos y el hombre afectado. Este los tira
como si tirara los dados y cuando han caído el Nganga comienza a leer con
detenimiento en ellos. Mientras lo hace entona una canción con la que va
preguntando a los huesos.
Por supuesto que los doctores brujos utilizan el factor psicológico en primera
instancia, pero también es cierto que llegan a la "adivinación" utilizando una
psicología puramente natural combinada con la espiritualidad, por la que rigen
todos los actos de su existencia.
En realidad el cometido de los Ngangas no se centra exclusivamente en las artes
adivinatorias, de magia o brujería, ellos son los encargados de trasmitir las
enseñanzas de la religión aborigen. Son educadores siguiendo una moral más
africana que occidental. Clasificados en dos categorías, Ngangas doctores y
Ngangas adivinos subdivididos en otras jerarquías diferentes, aunque todos
necesitan la guía de espíritus para acceder a la gracia del perdón y la ayuda de
los dioses.
Esta información sobre los ENAS o espíritus de los muertos, algunos de sus
secretos, se conocen gracias a la divulgación de un Nganga de origen Zulú que se
decidió a revelar lo que entendía como base de la ideología y cosmogonía
africanas, en un intento de que los blancos se acercaran al pensamiento
africano. Ocurrió en Zululand, República de África del Sur.
Este hombre procedía de Rhodesia donde había sido educado en la religión
cristiana. Fue al volver a ver a su madre y a su abuelo quién también era
doctor-brujo, cuando decidió seguir la tradición médica Zulú y convertirse en
Nganga.