La realidad física del fenómeno
Según los responsables del Panel Sturrok, el fenómeno OVNI intercede directamente en el entorno físico en el cual se manifiesta. En definitiva, sobre este eje gira la totalidad del voluminoso dossier.
Para sustentar esta afirmación -en absoluto desconocida en la comunidad ufológica, pero vista con recelo hasta ahora por la ciencia- se expone el que para muchos es el caso mejor estudiado de la historia, ocurrido en la localidad francesa de Trans-en-Provence el 8 de enero de 1981. El testigo, un agricultor llamado Renato Nicolai aseguró que un pequeño objeto semiesférico aterrizó en un jardín de su propiedad por espacio de un minuto.
En el terreno quedó impresa una huella en forma de corona circular de tres metros de diámetro. Agentes de la Gendarmeria tomaron muestras que fueron puestas a disposición del CNES (Centro Nacional de Estudios Espaciales), uno de los organismos que participan en el "Panel Sturrock" y que coordinó la investigación del presente caso. Los análisis de las plantas del jardín de Renato Nicolai han corrido a cargo de Michel C. L. Bounias, del Laboratorio de Bioquímica del Instituto Nacional de Investigación Agrómona, organismo de la Universidad de Avignon.
En opinión del autor del informe presentado por el "Panel Sturrock" a propósito de este caso, Jean Jaques Velasco, "un fenómeno físico ha incidido directamente en el medioambiente del lugar, provocando abrasiones, impactos térmicos y efectos inexplicables en las plantas". Durante varios meses los investigadores sometieron muestras de plantas del interior de la huella a concienzudos análisis. Se descubrió que dichas plantas habían invertido la cantidad de sus elementos químicos. También se hallaron sorprendentes modificaciones en la clorofila de las plantas, alterandose el proceso natural de fotosíntesis.
Tras las deliberaciones del panel, se concluyó que parte de los efectos físicos del presente episodio pudieron haberse debido a una radiación de microondas, pero no han sido capaces de explicar todas las anomalías encontradas. Jaques Vallée también contribuyó al estudio científico del caso, analizando varias muestras de terreno afectado por el aterrizaje en un laboratorio de California, llegando a la conclusión de que no existían -tras los análisis ópticos y químicos- restos de ningún tipo de sustancia ni material que hubiera podido provocar las anomalías detectadas, ya que se sugirió la posibilidad de la presencia sobre el terreno de restos de gasolina, cemento o alguna clase de material de construcción.
Tras el análisis de varios casos similares, el Panel Sturrok no ha sido capaz de determinar "que tipo de tecnología provoca este tipo de efectos".
Quemaduras, dificultad para respirar, parálisis temporal, cáncer... Estas son algunas de las secuelas físicas que en ocasiones sufren determinados testigos tras un encuentro cercano con un ovni. Todos estas patologías son recogidas en uno de los apéndices más extensos del informe Sturrock, realizado en base a la documentación ofrecida por el investigador norteamericano John Schuessler. En su estudio, recoge varios casos de efectos fisiológicos en los testigos, como el suceso de Mount Rouge, en Canada el 20 de septiembre de 1972 o el ocurrido cerca de Eggardon Hill, Inglaterra, el 24 de septiembre de 1974, en los que los testigos sufrieron daños físicos de diversa consideración.
Schuessler presta una gran atención al caso "Cash-Landrum", ocurrido en Dayton, Texas, el 29 de diciembre de 1980. Las testigos, Betty Cash, una empresaria de 51 años y Vickie Landrum, una camarera de 57 años, junto a Colby, nieto de ésta última, tuvieron un encuentro con un gran objeto en forma de diamante que sobrevolaba la carretera a escasa distancia de ellos. Según su testimonio, el interior del vehículo comenzó a aumentar de temperatura, por lo que se vieron obligados a abandonar el coche. Sin embargo, Colby y su abuela, menos atemorizados volvieron al interior del vehículo. Mientras, Betty Cash permaneció fuera durante unos diez minutos.
Tras el misterioso encuentro, los tres testigos comenzaron a sufrir dolores de cabeza. Durante la primera noche, el pequeño Colby sufrió continuos vómitos y su piel se tornó roja, como víctima de una quemadura. Betty Cash estaba peor, grandes ampollas se habían formado en su cara y cabeza, y al día siguiente sus ojos se encontraban hinchados. Los testigos sufrieron también fuertes nauseas y desarrollaron diarreas, quedando su salud seriamente deteriorada. Cash acabó siendo ingresada hasta en doce ocasiones en la unidad de quemados del hospital. Además de todos estos graves efectos físicos, los testigos sufrieron también caída del cabello, pérdidas de peso y fuerzas, facilidad para enfermar, y finalmente, cáncer.
Según se desprende del informe de Schuessler, los daños físicos más frecuentes en los testigos ovni son las quemaduras y una fuerte sensación de calor. Asimismo, los miembros del panel consideran que "los informes ovni pueden constituir un problema de salud pública" y mantienen que "las evidencias disponibles parecen indicar que las causas de estos daños físicos pueden tener su origen en radiaciones de microondas, rayos infrarrojos y ultravioletas, rayos x o rayos gamma". El apéndice dedicado a los efectos fisiológicos en los testigos ovni concluye con la sugerencia del panel de que las investigaciones subsiguientes incluyan un test para detectar la contaminación radiactiva y los posibles cambios en los cromosomas y los linfocitos, lo que podría constituir una evidencia de exposición a radiaciones.
En el apéndice correspondiente a las detecciones ovni en radar, el investigador Jean-Jacques Velasco incluye los datos obtenidos de un catálogo (el "catálogo Weinstein") formado por 489 casos de los archivos del GEPAN/SEPRA. De estos 489 casos, 101 (el 21%) corresponden a casos con detección en radar y corroboración visual. El informe hace mención especial a un caso que tuvo lugar el 28 de enero de 1994, unos 70 kilómetros al sudeste de París. La tripulación de un avión comercial fue testigo de la presencia de un objeto gigantesco en forma de disco, con un diámetro de unos 1000 metros y unos bordes borrosos.
El objeto fue detectado por el radar, que determinó que la velocidad del objeto era de unos 110 nudos. El panel concluye a través de estos datos recopilados por Velasco que los análisis de las grabaciones de radar es una actividad muy especializada que requiere los servicios de expertos radaristas. También señalan que la información de los radares militares puede ser obtenida tan sólo con la cooperación de las autoridades militares, las cuales en su mayoría no ofrecen esa colaboración.
La parte correspondiente a efectos electromagnéticos sobre vehículos corre a
cargo del investigador Mark Rodeguier, quien destacó el caso protagonizado por
el policía Luis Delgado el 20 de marzo de 1992 en Haines City, Florida. Sobre
las 3:50 de la madrugada, el agente se encontraba patrullando por diversas
calles de la ciudad cuando observó una luz verde a través de su retrovisor. A
partir de ahí comenzó una frenética persecución por parte de la extraña luz, y
el agente Delgado se comunicó con la comisaría, informando que algo perseguía a
su coche. En una de las ocasiones en las que la luz se colocó frente al
vehículo, el policía se salió de la carretera.
Escrito por Javier Garcia Blanco