Persecución en los Monegros
Pero los casos de estos dos matrimonios aragoneses no son, ni mucho menos, un hecho aislado. Son numerosas las personas que afirman haber sido víctimas de trepidantes persecuciones OVNI mientras circulaban tranquilamente por solitarias carreteras. Carreteras poco transitadas como las existentes en la zona casi desértica de Los Monegros y la Sierra de Alcubierre.Jesús García, un transportista de 44 años no olvidará mientras viva la experiencia que sufrió durante uno de sus múltiples viajes a la capital aragonesa.
Una noche a principios de diciembre de 1995, Jesús enfilaba la carretera comarcal 1104 a bordo de su Opel Corsa, con la intención de incorporarse a su puesto de trabajo en la capital maña. Eran aproximadamente las 1:30 de la madrugada cuando de pronto, observó una luz que iba detrás suyo. En un primer momento pensó que se trataba de otro vehículo y no le dio mayor importancia, pero poco tiempo después, al mirar a través del retrovisor comprobó que aquello era algo poco común.
"Cuando miré a través del retrovisor pude ver un objeto rectangular, que llevaba luces de varios colores a su alrededor y que parpadeaban regularmente. Fue entonces cuando empecé a inquietarme."
Jesús, un tanto nervioso, decidió continuar su camino, intentando dejar atrás a su inesperado acompañante. Pero aquel extraño objeto parecía tener otras intenciones.
"Recuerdo que llevaba la radio puesta y de repente, aquello aceleró y se colocó en mi vertical. Entonces la radio dejó de funcionar, y tan sólo se escuchaban interferencias. Ahí si que me asusté y le pisé a fondo. Por lo menos puse el coche a 140 km/h"
Quien haya circulado alguna vez por esa carretera, que une las localidades de Farlete y Monegrillo, sabrá bien que no es demasiado apropiada para circular a altas velocidades. Pese a ello, el atemorizado testigo aceleró, con la comprensible intención de dejar atrás al ofensivo objeto. Poco kilómetros después, y tras dejar atrás una loma, perdió de vista al incomodo visitante.
Unos meses antes, a finales del mes de julio, tenía lugar otro sorprendente encuentro en las carreteras aragonesas, concretamente en la carretera que une la localidad de Alcubierre con Zaragoza. Aquel 25 de julio, Ana Casamayor viajaba en compañía de su cuñada y su hijo pequeño por dicha carretera. Era la última hora de la tarde y todo discurría con normalidad, como tantas otras veces en el mismo trayecto. Pero aquella tarde iba a ser diferente, algo en los cielos iba a llamar su atención. El viaje transcurría con tranquilidad, cuando de pronto, algo atrajo la atención de Ana. Un objeto ovalado, de gran tamaño, permanecía estático en los cielos a cierta altura.
"Bajábamos de la Sierra y a la derecha, de repente vimos aquello, un objeto suspendido. Quieto. Era plateado, sin aristas y un poco oval. Tenía forma de plato, aunque no tan redondo. Estaba inclinado y parecía metálico."
A los pocos segundos, sin darles tiempo a reaccionar, el misterioso objeto emprendía una veloz marcha. Tras pasar a lado de una ermita que se encuentra en las cercanías lo perdieron momentáneamente de vista, para volver a verlo, aunque ya en la lejanía, tomando dirección sur.
"No paramos, fue algo que nos pilló tan de sorpresa que claro? A los pocos segundos de verlo ya comenzó a moverse. Cruzó casi por encima de nosotras Se fue en dirección hacia el Casino Montesblancos. Después de perderlo de vista volvimos a ver un punto, muy plateado y brillante, que bueno, que se alejaba y a veces se volvía a acercar un poquito, y después se volvía a alejar."
Ana, que viajaba en el asiento delantero, pudo observar con todo detalle aquel
enigmático y sorprendente objeto. Sin embargo, algo o alguien más sobrevolaba
aquel día los cielos aragoneses. Aunque Ana no pudo verlo, su cuñada, que
conducía el vehículo, vio algo que completaba la singular escena. Situado un
poco más a la derecha, Mari Carmen pudo ver un gran objeto, mayor que el
primero, de forma cuadrangular y que se encontraba igualmente estático.
Instantes después pudo observar como dos pequeñas esferas, una roja y la otra
blanca, salían de aquella gran nodriza. Pasados unos segundos, estos objetos
emprendían la marcha por la derecha, en dirección sur, hacia Zaragoza.
Como una plaza de toros
No muy lejos del lugar donde Jesús García vivió aquella trepidante persecución, se había producido hace años otra experiencia de similares características. En aquella ocasión, que tuvo lugar a finales de los años sesenta, Francisco Martí Cuartero y cuatro jóvenes más, que prestaban el servicio militar en Zaragoza se toparon con un OVNI de dimensiones gigantescas.
Era la madrugada del día 1 de noviembre de 1968. Los cinco reclutas regresaban a Zaragoza tras un permiso concedido por la festividad de Todos los Santos. Serían las 4:30 h. y circulaban por la carretera de los Monegros, a falta de 40 km. para llegar a su destino cuando de pronto uno de los muchachos advirtió a sus compañeros: "Mirad: está saliendo el sol". Instantes después se percataron de que aquel disco luminoso no era el sol, ya que éste estaba saliendo por el otro lado del horizonte.
Aquello iba acercándose cada vez más, y cuando el coche se encontraba a medio kilómetro del objeto, la radio dejó de sonar, el motor se detuvo y los faros del coche se apagaron. Más tarde comprobarían que sus relojes también se habían parado en aquel preciso instante.
Los horrorizados muchachos, presas de un ataque nervios, contemplaron con asombro como aquel enorme disco -descrito por los testigos como del tamaño del ruedo de una plaza de toros- se posaba a unos 500 metros a su izquierda. Tras tres minutos en los que el luminoso objeto permaneció quieto, comenzó a elevarse lentamente y en completo silencio. Después, tras una súbita aceleración, desaparecía de los ojos de los enmudecidos reclutas. Una vez desaparecido el OVNI, tanto el motor, como los faros y la radio del coche volvían a funcionar normalmente. Cuando llegaron a su destino informaron del hecho a sus superiores, quienes iniciaron una investigación, sometiéndoles a un exhaustivo interrogatorio.
Iluminado por un OVNI
En el famoso caso de los cinco soldados de los Monegros -incluido en varios libros del veterano ufólogo Antonio Ribera-, el enorme disco se había mantenido a cierta distancia de los testigos. Otros, sin embargo, no tienen la misma suerte.
Eso es algo de lo que puede dar fe Toribio, policía local de Zaragoza ya retirado del servicio, y que el pasado verano del 96 tuvo un increíble encuentro con un extraña luz mientras viajaba por la provincia de Teruel. Aquel día, Toribio había salido de Zaragoza en dirección al pueblo turolense de Tornos, donde suele disfrutar sus vacaciones. Cuando llevaba realizado buena parte del trayecto, a la altura del Puerto de Santed, recibió una inesperada visita.
Una fortísima luz se encontraba tras él, y lo siguió durante buena parte del trayecto, hasta que repentinamente comenzó a acercarse de forma peligrosa al vehículo. El testigo, visiblemente asustado, pisó el acelerador, intentando aumentar la distancia respecto a la amenazante luz. Súbitamente, la luz se situó frente a él y Toribio, mudo de asombro ante lo que estaba sucediendo, vio como de aquel infernal objeto surgía un haz de luz en dirección al vehículo, bañándolo todo con aquella extraña luminosidad.
Después de esto, la luz desapareció, y Toribio, visiblemente afectado, llegaba a Tornos. Allí comprobaría como las partes de su piel que habían recibido el impacto directo de la luz emitida por el OVNI (brazos, manos y cara) se hallaban enrojecidas, como si hubieran sufrido algún tipo de quemadura, similar a la producida por los rayos solares.
Tres "hombres" en mitad del camino
El Burgo de Ebro es una pequeña localidad situada a 30 kilómetros de Zaragoza. En numerosas ocasiones sus habitantes han sido testigos de la presencia de extrañas luces en los cielos de la población. Uno de sus vecinos, Baltasar Cavero Andreu, humilde pastor de El Burgo sufrió el susto de su vida al toparse con tres extraños seres en medio del camino.
Era al atardecer, y Baltasar regresaba en su moto hacia su domicilio, después de haber guardado las ovejas en el corral de su propiedad, situado a unos 2 km de la población. Cuando ya había recorrido un kilómetro más o menos, vio a tres hombres en mitad del camino. A pesar de las malas condiciones del camino y de que Baltasar no podía acelerar demasiado, llegó a estar a unos 40 o 50 metros de aquellos seres.
"Será la Guardia Civil, pensé. Pero no. No eran ellos"
Intrigado, el testigo puso la luz alta, y aquellos hombres dieron media vuelta, y echaron a correr camino abajo. Decidido a averiguar quienes eran aquellas extrañas personas, Baltasar las siguió durante unos doscientos metros, pero cuando tomó una de las curvas, los tres seres habían desaparecido.
"Paré incluso la moto, pero ya no vi a nadie. Y no sé dónde pudieron meterse?"
Aquellos tres hombres, de una altura aproximada de 1,80 m, vestían unas ropas blancas, y en la espalda llevaban como dos bandas azules que bajaban desde los hombros a la cintura.
Baltasar Cavero llegó aquella noche un tanto inquieto a su domicilio, sorprendido por aquel insólito encuentro que había protagonizado, y que todavía le tenía preparada alguna que otra sorpresa
"Dos días después volví a encontrarlos"
Como en la ocasión anterior, Baltasar se dirigió al corral, con la intención de comprobar el estado del ganado. Sin embargo, al llegar al mismo, se percató de que algo extraño sucedía. Las ovejas y los perros estaban extrañamente excitados. El ganado se apretaba aterrado contra una de las paredes. Cuando intentaba abrir el candado de la gran puerta, pudo observar a través de un orificio a dos de aquellos seres que había visto dos días antes.
De nuevo iban ataviados con uniformes blancos, y parecían estar apretándose contra la pared con la intención de no ser vistos. El pastor aterrorizado, salió del lugar a gran velocidad en dirección al pueblo, donde denunció el hecho en el cuartel de la Guardia Civil. Por desgracia, cuando los miembros de la benemérita llegaron hasta el corral aquellos seres ya habían desaparecido.
El caso de Baltasar Cavero -investigado hace ya algunos años por el investigador J. J. Benítez- es tan sólo uno más de los innumerables encuentros que tienen lugar en torno a carreteras y caminos solitarios que circundan las miles de pequeñas poblaciones de nuestra geografía.
Rumbo al misterio
Antonio Ballarín, Jesús García o Pedro Mateo son sólo algunos de los miles de testigos que han sufrido en sus carnes encuentros cercanos con OVNIs o humanoides mientras circulaban con sus vehículos por carreteras españolas. Casos que nos muestran un claro interés del fenómeno por el ser humano y un deseo por su parte de dejarse ver.
¿Qué fin tienen esas frenéticas persecuciones en la soledad de la noche? ¿Por qué asaltan a los atemorizados testigos convirtiendo un tranquilo trayecto en una peligrosa aventura? Quien sabe, El hecho es que en este preciso instante algún confiado automovilista puede estar a punto de protagonizar una angustiosa experiencia mientras circula por alguna solitaria y alejada carretera. Y no lo olvide, usted puede ser el próximo.