Quedan otros puntos en el tintero, que no reproducimos aquí ya que alargarían
en extremo el presente artículo. Sin embargo, resulta interesante comentar otro
momento de la declaración de Carmen Galayo. Cuando la letrada querellante
(Begoña Sebastián Montero) preguntó a la mujer si era cierto que su familia y la
de su hermana habían comprado una casa de veraneo en Arucas, ésta se negó a
contestar. Calló, igualmente, cuando la acusación le preguntó si la supuesta
"comuna" era la citada casa de veraneo.
Lo lógico, dadas las características de un caso como éste (mujer maltratada por
una secta, apartada de sus hijos y expulsada de casa) habría sido acudir a los
tribunales. Sin embargo, Menchu Galayo prefirió atacar en los medios de
comunicación. Tuvo que ser Aztlán quien la llevase al estrado, retractándose de
lo dicho hasta el momento y quedando, pues, patentes las constantes
contradicciones de su discurso.
El juez, finalmente, desestimó el caso. Sin embargo, los abogados advirtieron a
Aztlán que Menchu, pese a todo, podría seguir acudiendo a los medios de
comunicación para retomar su campaña de difamaciones.
Y efectivamente, así fue. A finales de 2002, el programa de TVE española Esta es
mi historia contó con el testimonio de Menchu Galayo, cuyas declaraciones (quien
suscribe fue testigo de las mismas) fueron un "bombardeo" destinado a emocionar
a la audiencia: una Menchu desolada mostraba ante las cámaras "lo único" que le
quedaba de sus hijos, unos zapatitos de crío de entre 5 o 6 años.
¿Secta? ¿Destructiva?
Los abogados que siguieron el caso de Aztlán fueron, quizás, los que aportaron
el punto de vista más coherente, dadas las dimensiones que había alcanzado la
campaña de desacreditación por parte de la canaria.
"Nos preguntaron -afirma María Pinar Merino- si íbamos a estar toda la vida
detrás de Menchu, gastando nuestro dinero y nuestro tiempo... Por ello,
decidimos que era el momento de olvidar el asunto. Ella sigue haciendo de las
suyas pero sabemos que quienes nos conocen saben, igualmente, que nada de lo que
dice se corresponde con la realidad. Su mente crea constantemente historias para
mantenerse activa en algo que empezó como una venganza hacia su ex marido y que
ahora se ha convertido en una cruzada personal que nada tiene que ver con
nosotros ni con nuestras actividades".
María Pinar Merino está en lo cierto cuando afirma que quienes conocen la
trayectoria del grupo Aztlán saben que lo que Carmen Galayo denuncia no se
corresponde en absoluto con la realidad. A pesar de que son ya decenas las
ocasiones en las que la mujer canaria ha declarado que Aztlán es una "secta
destructiva", hay muestras evidentes para demostrar que ni es destructiva, ni se
trata de una secta. Obviaremos el resbaladizo asunto de los contactos
extraterrestres que aseguran mantener desde hace 25 años con seres de otros
planetas. Dejando a un lado este inusual extremo, que no procede tratar aquí, es
evidente que si de una secta se tratara, Aztlán habría sido denunciada en alguna
otra ocasión.
El periodista y autoridad nacional en materia de sectas, Pepe Rodríguez, diseñó
en el año 2000 una decena de puntos que habría de cumplir una agrupación para
ser considerada una SD (secta destructiva) :
1. Grupo cohesionado por una doctrina transmitida demagógicamente por un líder
que pretende ser la misma divinidad o un poseedor de la Verdad Absoluta en
cualquier ámbito social.
2. Estructura vertical teocrática o totalitaria, donde la palabra de los
dirigentes es dogma de fe.
3. Exigir una adhesión total al grupo y obligar -bajo presión psicológica- a
distanciarse de todas o parte de las relaciones sociales, lazos afectivos o
actividades laborales.
4. Vivir en una comunidad cerrada o con la familia, pero bajo un acoso
constante.
5. Suprimir en mayor o menor medida la libertad individual y el derecho a la
intimidad.
6. Controlar la información que llega a los adeptos (correo, teléfono...)
ocultándola y/o manipulándola a su conveniencia, prohibiendo toda relación con
ex-adeptos críticos con el grupo.
7. Utilizar técnicas de manipulación coercitiva, enmarcadas bajo actividades tan
lícitas o neutrales como la meditación o el renacimiento espiritual, que
propician el deterioro de la voluntad y la capacidad de reflexión o razonamiento
de los adeptos y pueden desencadenar problemas psicológicos graves.
8. Rechazo total de la sociedad y sus instituciones.
9. Lograr el ingreso de nuevos adeptos, así como la recaudación continua de
dinero (materializado en cursos, actividades comerciales e industriales)
10. Obtener, bajo coacción psicológica, la entrega a la secta del patrimonio de
los adeptos o considerables sumas de dinero en concepto de cursillos, terapias,
donaciones... Entrega de parte del salario a la secta.
Una de las principales características que hacen de Aztlán un grupo de contacto
francamente atípico es la inexistencia de un líder, un poseedor de una "verdad
absoluta" en la que el resto de los miembros tengan fe ciega. En este polémico
grupo de trabajo no existe esa figura, ya que como postura inicial estableció lo
siguiente: "No a los líderes (...) Todos éramos igualmente importantes y cada
uno tenía una potencialidad que le hacía ser líder de algo pero deficitario de
otras muchas cosas" .
Es más, tal y como se recogen en los primeros materiales editados por el grupo
hace ya bastantes años (reflejo sin duda de la filosofía vital del grupo), la
"verdad absoluta", pilar básico habitual de una célula sectaria, no existiría.
De hecho, los propios contactos extraterrestres (fuente en teoría lo
suficientemente autoritaria para otros grupos) serían el punto de partida del
trabajo de comprobación e investigación de la información recibida por parte de
los miembros de Aztlán. "El mensaje extraterrestre era el punto de partida de
nuestro trabajo. Nunca nos hemos identificado con aquellos grupos mesiánicos que
recibían y transmitían unos comunicados rezumantes de catástrofes".
Teniendo esto en cuenta, ni los propios extraterrestres serían poseedores de la
verdad, puesto que la labor de contrastación sería esencial en el trabajo diario
del equipo. Es más, desde un comienzo quisieron apartarse de todo aquello que
pudiese tener tintes mesiánicos o típicos de una de las miles de sectas
destructivas existentes. en su libro Los manuscritos de Geenom II, Aztlán narra
cómo en sus inicios decidieron formar parte de un orden hermética con el fin de
contrastar las informaciones recibidas vía extraterrestre con las de la orden.
Sin embargo, debían realizar "rituales que ocasiones nos hacía sentir incómodos.
El primer rechazo llegó cuando descubrimos la organización totalmente
jerarquizada y burocratizada que había detrás de la enseñanza." Como se ve,
ellos mismo reniegan de todos aquellos elementos comunes a una secta, como es la
jerarquización y la realización de rituales.
Tal y como se señalaba a lo largo del presente artículo, los integrantes del
grupo tampoco se habrían apartado de sus actividades laborales para dedicarse en
exclusividad a su labor divulgativa. Además, al no existir un líder declarado
¿quién iba a presionar a los contactados para que abandonasen todo contacto con
su entorno social o familiar? ¿Los unos a los otros, acaso? Igualmente, y como
ha quedado evidenciado más arriba, los contactados de Aztlán tampoco vivirían
todos juntos en una comuna al más puro estilo "Guyana", ni muchísimo menos en
una casona de 25 habitaciones...
Respecto a la continua labor de recolección monetaria a la que se dedican las
SD, es de justicia apuntar la irreprochable actitud tomada por Aztlán en los
asuntos económicos. Si la acumulación de dinero fuera una de sus grandes
preocupaciones, ¿no sería lo lógico que buscaran adeptos que creyesen ciegamente
en sus informaciones para "desplumarlos" posteriormente? O en su defecto ¿no
habría sido un acierto cobrar importantes tasas por la suscripción a sus
revistas, o la participación en sus congresos?
Sin embargo esto no es así. Según comentaba María Pinar Merino, el precio de la
revista que publican desde hace algunos años sirve exclusivamente para financiar
el gasto que supone su edición. Por otra parte, los importes de asistencia a los
congresos que Aztlán ha organizado no suponen en absoluto un abuso, puesto que
el alquiler de un salón de congresos, el alojamiento de los asistentes, así como
la comida de los mismos, e incluso el pago por la asistencia de algún que otro
ponente requieren inversiones importantes que no se ven reflejadas en las tasas
de los asistentes. Y si alguien no lo cree así, que intente organizar un
congreso. Verá lo que se encuentra...
Como vemos, Aztlán podrá ser un controvertido grupo por el hecho de asegurar
mantener contacto telepático con seres de las estrellas. Pero en ningún caso
podrá ser tildado de secta destructiva. No cumple, ni por asomo, los perfiles de
una agrupación de tales características.
Aún recuerdo el empeño de un viejo amigo mío, con el que mantenía abundante
correspondencia, por entrar a formar parte del grupo Aztlán y experimentar en
propias carnes un contacto con seres de otros mundos. En su afán por certificar
la existencia de vida inteligente fuera de este perro mundo, envió una carta al
grupo para solicitar su ingreso. "Como respuesta recibí una tediosa misiva en la
que se me hacía saber que Aztlán es un grupo de trabajo cerrado, compuesto por X
personas. Lo que sí me brindaban era la posibilidad de suscribirme a su
boletín." Qué poco entusiasmo a la hora de captar adeptos, ¿no?
La conclusión que podemos extraer hasta este momento es simple: en caso de que
Aztlán fuese lo que asegura Menchu desde el año 1997, esto es, una malvada secta
destructiva (ansiosa de "dinero, sexo y poder"), habría sido denunciada en
innumerables ocasiones por personas afectadas. Pero curiosamente, en 25 años de
existencia, tan sólo se ha recogido un único caso, el de Carmen Galayo,
denunciante cuyos argumentos caen por su propio peso.
De hecho, Aztlán no tiene reparos a la hora de explicar la evolución del grupo
en cuanto al número de miembros. Como en cualquier otro tipo de organización, la
cifra de participantes ha ido variando a lo largo del tiempo, sin que los
ex-miembros sean crucificados por el abandono de la "mini-corporación". "El
grupo es un elemento vivo. A lo largo de los años, se fueron incorporando
personas que, tiempo después, se marchaban debido a que las circunstancias
personales o familiares se imponían en determinados momentos (...) La evolución
es individual y el hombre es libre de elegir su propio camino."
"Nuestros lectores -prosigue María Pinar Merino- saben que no hay líderes en
nuestro grupo, que no perseguimos ningún objetivo de proselitismo y que estamos
abiertos a que nos conozcan, que solo damos referencias de lo que sabemos y
hemos vivido pero sin querer establecer otros vínculos que la amistad y el
respeto a la libertad del individuo."
Lo podrán decir más alto, pero nunca más claro.
Aztlán para rato
-¿En qué medida ha afectado todo este asunto en vuestra labor divulgativa?
-Hemos recibido, sin buscarlo, muchísimas muestras de apoyo y llamadas y cartas
de solidaridad de suscriptores, lectores y personas de toda España que nos
conocen, para animarnos a seguir publicando cosas. No nos vamos a parar ni un
momento en una historia que no merece la pena. De ese modo no perderemos nuestra
energía en ello.
Aztlán se lamenta del poco apoyo que han recibido durante estos años por parte
de medios de comunicación o instituciones, si bien han disfrutado en todo
momento de la lealtad de un buen número de lectores, conscientes de la absurda
bola de nieve creada en torno a todo este tema. Tan sólo el periodista Josep
Guijarro escribió un artículo para la revista Karma 7 (cuando aún él la dirigía)
desdiciendo muchas de las afirmaciones gratuitas vertidas meses antes en esas
mismas páginas por un periodista canario "con muy pocas ganas de investigar".
Afortunadamente, el grupo no ha sufrido muchas trabas a la hora de realizar sus
quehaceres habituales, habiéndoles sido cedidos salones de facultades para la
realización de sus actos.
Quizás las estrellas con las que afirman contactar se hayan puesto de su parte,
y la lucha contra viento y marea que han realizado hasta ahora les permita
continuar con su labor divulgativa, cuidando así la semilla que sembraron hace
25 años: la de una Nueva Era...
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