Carta abierta a la reflexión
sobre el poder del mal y el castigo divino.
Amados hermanos, el Cristo en mi, bendice, saluda y reconoce al Cristo en cada uno de ustedes.
Nuestro amado padre, madre celestial, nos ama por sobre todas las cosas. «El» es un Padre bondadoso y trata con sumo AMOR a cada uno de ustedes.
De la misma manera, que un padre terrenal ama y trata a sus hijos, de igual modo es el trato del PADRE CELESTIAL con sus hijos, aquí en la Tierra.
Si alguno de vuestros hijos se equivocara, es seguro que ustedes, padres terrenales, reconocerían el error de sus hijos, solamente como falta de crecimiento e ignorancia en el arte de vivir.
Un padre amoroso, jamás usaría violencia alguna para enderezar y enseñar a sus hijos.
Nuestro amado, PADRE MADRE DIOS, de ninguna manera podría castigar a sus hijos para escarmentar los errores que cometen debidos a la falta de crecimiento interior y la ignorancia sobre el conocimiento de las leyes universales.
Nuestro padre celestial es puro AMOR DIVINO ESPIRITUAL. «El» nos ha creado a su imagen y semejanza y constantemente nos alimenta con su AMOR.
«El» tiene a sus ángeles cuidándonos y guiándonos continuamente.
En ningún momento estamos solos.
Aunque nuestros sentidos finitos evalúen lo contrario. Estamos acompañados por seres superiores, de altísima vibración y excelsa luz, que a través nuestro sirven al PADRE CREADOR.
«Ellos» nos cuidan y guían respetando nuestro libre albedrío.
DIOS ES PURÍSIMO AMOR Y DECLARÓ BUENA A TODA SU CREACIÓN.
Del AMOR solo puede desprenderse AMOR, generándolo e irradiándolo.
El BIEN sólo genera BIEN.
Su voluntad es OMNIPOTENTE PODER CREADOR. POR LO TANTO, SI «EL» POSEE TODO EL PODER. Entonces, ¿qué supuesto poder tiene el mal?
En la mente finita humana reside el supuesto poder del mal.
Al ser humano en su ignorancia, le resulta más fácil deslindar las responsabilidades respecto a su maltrato con sus congéneres humanos, animales, vegetales y toda la tierra, atribuyendo los desmanes producidos por él mismo, a supuestas fuerzas del mal o a castigos divinos de predicciones apocalípticas.
Toda causa genera un efecto.
Jesucristo nos dice: «LO QUE SIEMBRES, COSECHARÁS». No se puede esperar un girasol de una semilla de avena.
Queridos hermanos, no es responsabilidad de DIOS ni del supuesto poder
del mal, la cruz que cada uno de nosotros lleva a cuestas.
Esta cruz la hemos creado nosotros mismos a través de los efectos derivados de nuestras causas.
Esta cruz seguirá creciendo si seguimos alimentándola con la creencia en el supuesto poder del mal.
Cada pensamiento negativo en este supuesto poder en la venganza de DIOS, a través de su «ira divina», es un clavo más que le agregamos a la cruz que nos hemos forjado.
El pensamiento negativo que genera el mal solo cosechará culpa y castigo en quien lo provoque.
Las Leyes Metafísicas que rigen el universo nos enseñan que el mal lleva en su núcleo su propio castigo y destrucción.
Siglos de ignorancia han sumido a la humanidad en la creencia en un Dios que premia nuestro buen comportamiento y nos castiga por los errores que cometemos.
Es hora que despertemos a la realidad.
Nuestro amado padre, madre creador, es el poder infinito que, a través de su voluntad, derrama todo el AMOR que en sí es su esencia, sobre toda la humanidad.
En su poderosa presencia vivimos, nos movemos y tenemos el ser.
Junto a todos sus hijos en el universo, compartimos su divina presencia «YO SOY».
Ella vive, mora y late en cada uno de nosotros, como chispa divina desprendida de nuestro creador.
Comprendamos que no hay peor juez y verdugo que el hombre juzgándose a sí mismo y a sus semejantes, por el olvido de su esencia divina.
Recordemos las palabras de nuestro dulce maestro Jesús:
«NO TE UNAS CON TUS PENSAMIENTOS NEGATIVOS AL ERROR DEL MAL, VÉNCELO CON EL OMNIPOTENTE PODER DEL PENSANIENTO DIVINO CENTRADO EN LA LUZ DEL BIEN»
Quitemos nuestro pensamiento, atención e inteligencia del supuesto poder del mal.
No nos unamos al error, fortaleciéndolo, agrandándolo con nuestros pensamientos, palabras y obras.
Recordemos que el ser humano como piensa, así es.
Todo el micro y macrocosmos es una manifestación mental.
Primero se piensa y luego se manifiesta y materializa en el mundo de las formas el producto de lo pensado.
Pensemos, centrando toda nuestra atención e inteligencia, en el excelso poder creador de la magna presencia «YO SOY», en todos sus aspectos: AMOR, PAZ, LUZ Y ARMONÍA. De esta manera, venceremos con el luminoso poder del bien, al supuesto poder del mal.
Reflejemos la única verdadera realidad del ser, la imagen y semejanza de nuestro PADRE MADRE AMOR. Que la luz, el amor y el supremo poder de Dios, restablezcan su plan en la Tierra. ¡Que así sea y así será!
Círculo Metafísico Argentino - Juan Orsini
http://metafisico.org.ar
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