Una anécdota del Círculo Metafísico
José iba siempre a las reuniones del Círculo Metafísico Argentino.
Pero como empezó a parecerle que el instructor decía siempre lo mismo, dejó de frecuentar el Círculo.
Dos meses más tarde, en una fría noche de invierno, el instructor fue a visitarlo.
"Debe de haber venido para intentar convencerme de que vuelva", se dijo José
Se le ocurrió que no podía aducir el verdadero motivo: lo repetitivos que eran los decretos, las invocaciones de los 7 Rayos, etc.
Tenía que encontrar una disculpa, y mientras pensaba, colocó dos sillas delante de la chimenea y se puso a hablar del tiempo.
El instructor no decía nada.
José, tras intentar en vano mantener la conversación un rato, se calló también.
Los dos se quedaron en silencio, contemplando el fuego durante casi media hora.
En ese momento se levantó el instructor, y con ayuda de una rama que aún no había llegado a arder, apartó una brasa y la colocó lejos del fuego.
La brasa, al no tener suficiente calor para seguir ardiendo, empezó a apagarse. José, con gran rapidez, la tiró de nuevo al centro del hogar.
-Buenas noches -dijo el instructor, levantándose para marcharse.
-Buenas noches y muchas gracias -respondió José-.
-Una brasa lejos del fuego, por muy brillante que sea, acaba apagándose rápidamente.
El hombre que se aleja de sus semejantes en la búsqueda espiritual por muy inteligente que sea, le será imposible conservar su calor y su llama.
Cuando dos o más se reúnan en mi nombre, allí Yo estaré.....
YO SOY LA PODEROSA PRESENCIA DE DIOS EN ACCIÓN, MANIFESTANDO BELLEZA, BONDAD, ALEGRÍA, PUREZA Y LIBERTAD.
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El que tenga oídos para escuchar que oiga
El que tenga ojos para ver, que contemple la poderosa presencia del Cristo que habita en su corazón.