Autor: María Alejandra
Muntaner
El místico atractivo de los espejos se remonta a la historia china.
Se usaban sobre el pecho o en el escudo de los guerreros feudales y constituían
amuletos para espantar a enemigos y demonios. Colgados dentro y fuera de la casa
ahuyentaban a los espíritus malignos.
También se colocaban en las tumbas imperiales, junto a otros objetos valiosos,
como símbolo de ofrenda al mundo espiritual.
El espejo es un elemento trascendental, un portal del inconsciente.
Tiene una connotación, que tiene que ver con la Magia en mayúscula y con el
conocimiento esotérico. Es un portal dimensional para el trabajo mágico y nos
permite ingresar a un nivel de conciencia más profundo de nuestro ser y
conectarnos con dimensiones diferentes. De ahí se desprende que los espejos sean
mágicos para la tradición y de ahí en nuestro concepto occidental, que el espejo
roto sea un símbolo de algo que pueda traer una consecuencia en un plano
determinado.
Antiguamente los espejos eran de cristal bañados en plata, con un costo muy
elevado. Las familias debían ahorrar durante mucho tiempo, para poder tenerlos y
cuando se rompían se les asignaba la mala suerte, pues el ahorro volvía a
comenzar.
Los espejos representan la mente y ejercen influencia sobre la imagen que
tenemos de nosotros mismos, reflejando quiénes y qué somos, como así también la
imagen que nos traen de exterior. Si reflejan árboles o plantas atraerán un Chi
bueno y natural, si reflejan una iglesia, un sanatorio o un cementerio traerán
un Chi depresivo, si reflejan edificaciones o elementos en malas condiciones
afectarán a la salud, etc..
El Feng Shui los utiliza, como uno de los elementos más importantes, ya sea
plano, cóncavo o convexo, para aclarar, amplificar, reflejar, proteger, atraer o
rechazar.
Fuente: Orientación Feng Shui