Una de las tareas más pesadas del hombre, hoy en día, es reconciliarse con la creencia de que existe algo más allá de uno y su entorno material.
Estamos tan inmersos en los procesos de la comunicación de todo lo que acontece, desde nuestro barrio hasta el pueblo de un remoto país, que nos cuesta tomar conciencia de nosotros y del "más allá".
Solo cuando nos sentimos ahogar por el peso de nuestros problemas, ya sean de salud, familia, laboral o económicos, pedimos el auxilio de esa fuente de energía universal, Dios.
Casi la mayoría de nosotros hemos pasado por momentos de rechazo a Dios, lo mismo que cuando siendo niños y nuestros padres biológicos no nos comprendían y les echábamos la culpa.
Tarde o temprano volvemos a nuestra fuente.
La diferencia de volver a nuestros afectos familiares es que ellos siempre están y se "ven", mientras que Dios es intangible e invisible a nuestros ojos físicos.
Además, cuando queremos volver a comunicarnos con él, a creer en él, no sabemos como hacerlo o adónde ir ; en especial, si nuestro alejamiento se debió a no estar de acuerdo con la gente que "representa" a Dios en este plano terrenal.
Todas nuestras malas experiencias, llamémoslas religiosas, no deben mermar nuestra fé en que existe un mundo espiritual, donde hay un Padre Madre que es todo amor y paz.
No importa cómo o dónde lo encontremos, lo importante es que no dejemos que nada ni nadie nos vuelva a llevar al descreimiento de Él.
Todos sabemos que existe algo más allá de nosotros y no importa si lo llamamos Dios, Padre Celestial, Padre Universal, Todopoderoso, Padre Madre Amor.
Él sabe cuando estamos creyendo en su existencia.
Él jamás abandona a quien lo llama y pide su orientación.
Si no se realizan nuestros pedidos de ayuda en los momentos difíciles, es porque debemos entender que somos partícipes de todo lo que acontece y muchas veces, en nuestro libre albedrío, cometemos actos que deben ser corregidos, tarde o temprano.
Cuanto mejor seamos, mejor será la vida que tengamos.
No hay que echarle más la culpa a Dios por lo que nos sucede, sino rever nuestro comportamiento y comunicarnos con Él, no solo para pedir sino para agradecer su infinito amor. Somos sus hijos y un padre o madre, jamás dejan de amar a sus hijos. Recordémoslo.