Es habitual que si vivimos alguna experiencia amorosa especialmente intensa en el pasado, nos refiramos a ella, como "el amor de mi vida". También es habitual que si estamos iniciando un vínculo, nos preguntemos si será "el amor de mi vida". Y, finalmente, también es habitual que si aún no hemos vivido una relación importante, la anhelemos e imaginemos como "el amor de mi vida".
¿Es tu caso?
¿Y de qué hablamos cuando empleamos esa definición?: de una experiencia de amor tan intensa y movilizadora, que hace que las anteriores y/o posteriores empequeñezcan en cuanto a importancia.
Casi todas las personas en algún momento nos encontramos con la experiencia de un amor así. Y la existencia de tal amor nos impulsa a valorar las relaciones previas y posteriores, a través de la comparación y por supuesto, ¡las demás salen perdiendo con el contraste! Si aún no hemos vivido el gran amor, igualmente comparamos lo que vivimos en el presente con él y ello es posible porque de algún modo "sabemos" o intuimos cómo será ese gran amor. Y si lo vivimos en el pasado, las relaciones actuales son sometidas a una implacable comparación con ese gran referente que tenemos.
¿Te ha sucedido o te sucede?
Según lo que creo -y no tengo cómo probarlo- en base a cientos de casos que he visto como astrólogo, "el amor de nuestra vida" es una experiencia particularmente fuerte porque se trata del reencuentro con lo que llamo un Alma Compañera o sea, un Alma con la que ya hemos compartido experiencias trascendentes en vidas anteriores.
"El amor de nuestra vida" posee dos características que me hacen reforzar mi creencia respecto a que se trata de un reencuentro:
a) Con esa persona nos sentimos naturalmente cómodos, relajados y en paz, como si se tratara de alguien que nos es muy familiar.
b) Con esa persona nos sentimos naturalmente seguros, por lo que la consecuencia es que abrimos nuestras defensas de par en par y nos relacionamos desde lo más tierno y vulnerable de nuestro interior.
¿Lo experimentaste así?
Astrológicamente, la presencia de este amor se descubre observando bajo qué configuraciones planetarias se produce un encuentro. Si tiene lugar en momentos en que los planetas vinculados con la reencarnación están activos, probablemente estemos ante ese tipo de enamoramiento y por supuesto que luego es particularmente útil el realizar una Sinastría, o sea, un análisis conjunto de ambas Cartas Natales.
El análisis de la Carta Natal, permite predecir cuándo nos encontraremos con el amor de nuestra vida y por eso es especialmente recomendable la consulta periódica con tu astrólogo de confianza.
Y un dato curioso. Generalmente -aunque hay excepciones, por supuesto-, si pertenecemos a un signo de Fuego él o ella pertenecerá a uno de Tierra, si nuestro signo solar es de Tierra él o ella pertenecerá a uno de Fuego, si el signo nuestro es de Aire él o ella pertenecerá a uno de Agua y si el nuestro es de Agua él o ella pertenecerá a uno de Aire.
Los signos del elemento Fuego son: Aries, Leo y Sagitario.
Los signos del elemento Tierra son: Tauro, Virgo y Capricornio.
Los signos del elemento Aire son: Géminis, Libra y Acuario.
Los signos del elemento Agua son: Cáncer, Escorpio y Piscis.
En el próximo artículo (el del mes Tauro), veremos qué es exactamente "el amor de mi vida", por qué se presenta y sobre todo, para qué.
Si quieres hacerme algún comentario sobre este tema, puedes escribirme a albertosuarez@adinet.com.uy
o contactarme en el MSN Messenger por psicoastrologia@hotmail.com
Un abrazo,
Alberto Suarez
Astrólogo - Terapeuta
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