Un grupo de amas de casa, funcionarios, estudiantes, etc., sin ninguna
experiencia, acaban de demostrar que con solo un firme propósito, es posible
realizar pequeños cambios en el mundo. Colocando de esta forma, ladrillo a
ladrillo, los pilares de una Nueva Era. Mundo Misterioso que ha colaborado en
esta insólita iniciativa desde el principio, trasmite ahora a todos los lectores
que han aportado su tiempo o dinero, el resultado de una "Misión Imposible".
Parecía que el trabajo de seis meses había sido completamente inútil, y a cada
minuto que pasaba nos encontrábamos más y más y más complicaciones.
El barco que transportaba la ayuda tardaría el doble de tiempo previsto en
llegar a Rumania y nuestros billetes de regreso estaban fijados para el día
siguiente; los documentos que acreditaban el contenido humanitario del container
se habían extraviado en el barco y era imposible pasar la aduana sin ellos; no
contábamos con apoyo de la Embajada, ni en Rumania, ni en España; los
inspectores de zona habían prohibido que nos abriesen las puertas de los
orfanatos; el director del hospital creía que en vez de ayuda traíamos droga o
armas en el contenedor; la mayoría de los funcionarios solo hablaban rumano, y
no entendíamos ni una palabra; perderíamos el camión con la carga en las
enrevesadas carreteras rumanas, etc., etc., etc. Cada instante que pasaba
parecía más y más difícil concluir con éxito un sueño que había comenzado seis
meses antes, a 4.000 km. de Bucarest.
Como ya saben los lectores de MÁS ALLÁ (ver números 94 y 98), un grupo de
ciudadanos anónimos, conmovidos por la situación de los orfanatos rumanos,
decidieron en octubre de 1996, no limitarse a compadecer a esos niños, sino
intentar hacer algo real para ayudarlos. De esta forma nació en La Coruña la
Organización No Gubernamental ANIMUN (Ayuda a los Niños del Mundo), compuesta
básicamente por amas de casa, funcionarios, estudiantes, profesionales, etc.,
sin ninguna experiencia ni preparación en "misiones humanitarias
internacionales".
Los componentes de ANIMUN solo tenían una cosa en común, la férrea voluntad de
ayudar. De esta forma, sin dinero, sin local, sin organización, sin
subvenciones, sin experiencia, sin conocimientos... solo con corazón, y muy
lentamente, ANIMUN comenzó a reunir ropa, juguetes, medicinas, comida y
productos de limpieza, destinados a esos orfanatos. En esa recopilación la
revista MÁS ALLÁ jugó un papel fundamental, al publicar en su número 94 un
artículo en el que se invitaba a todos los lectores a colaborar con ANIMUN.
Infinidad de lectores, conmovidos por las fotos del artículo, enviaron desde
toda España cajas y cajas de ayuda. En Lérida, por ejemplo, la familia Martínez
Gómez, movilizó a otros muchos lectores de la revista, llegando a reunir casi
cuatro toneladas de ayuda humanitaria, que enviaron a La Coruña tras no pocos
problemas. Los Martínez Gómez y sus amigos, al igual que el resto de anónimos
colaboradores de este proyecto, eran ciudadanos de a pie sin ninguna experiencia
ni preparación en este tipo de campañas; pero con un inmenso corazón.
Otros, como Adolfo y Mª Carmen, hicieron lo mismo en Vitoria, desplazándose
personalmente hasta La Coruña para entregar los cientos de kilos de ayuda
reunidos en Euskadi.
Durante los seis meses que duró la campaña se reunieron toneladas de ropa,
juguetes, medicinas, etc., que fueron pacientemente clasificadas y
seleccionadas, para evitar objetos en mal estado, ropa o medicamentos caducados,
etc.
Robando tiempo a la familia, al sueño, al trabajo... voluntarios de ANIMUN se
ocupaban de realizar esa tediosa selección, embalando y rotulando en cajas las
ayudas que pretendían enviarse a Rumania.
Mientras, comenzaban a avanzarse las gestiones burocráticas imprescindibles para
enviar un contenedor de ayuda humanitaria desde La Coruña directamente a los
orfanatos de Dragodana y Puciasa, a 4000 km. de distancia. Porque si algo
tuvieron claro todos los voluntarios de ANIMUN, es que no bastaba con reunir la
ayuda, había que garantizar el envío. Todos sabían que el 90% de las ayudas
humanitarias enviadas a zonas similares jamás llegan a sus destinatarios.
Embargadas por las autoridades, o confiscadas por mercenarios, son vendidas en
el mercado negro en lugar de llegar a los necesitados a los que iban dirigidas.
De hecho, existía un precedente de envío humanitario desde Galicia hasta
Rumania, del cual no llegó ni siquiera una cuarta parte. Por esa razón ANIMUN
decidió intentar algo aún más difícil que reunir ropa o juguetes de segunda
mano; pretendía llevar de puerta a puerta las quince toneladas de ayuda
humanitaria que fueron seleccionadas entre todo el material reunido. Lo que
estaba en peor estado fue desechado, y los libros o juguetes en castellano
fueron repartidos entre niños de barrios marginales españoles. Llegaba pues lo
más difícil, reunir casi un millón de pesetas con el que costear el envío desde
el mismísimo local de ANIMUN en La Coruña, hasta los dos orfanatos. Puerta a
puerta.
Para ello se llevaron a cabo diferentes iniciativas; como un congreso sobre
fenómenos paranormales que, a pesar de contar con la desinteresada participación
de personajes tan importantes como J. J. Benítez, Salvador y Magdalena Freixedo,
el grupo FENIX, José Mª Kaideda, Bruno Cardeñosa o Miguel Blanco, fue un rotundo
fracaso económico. (Ver MÁS ALLÁ nº 98 -noticias- y nº 100 -cartas-).
Nuevamente, y ante la imposibilidad de obtener los fondos para sufragar el
costoso envío, todo el proyecto estuvo a punto de fracasar. Sin embargo, cuando
todo parecía perdido, un "ángel" caído del cielo abrió un horizonte de esperanza
al proyecto, donando más de medio millón de pesetas para el envío de la ayuda a
Rumania. Este hombre, lector también de MÁS ALLÁ, puso como única condición que
su nombre no fuese revelado, lo que le honra doblemente. Este anónimo benefactor
era un consumado practicante de una espiritualidad social, que siempre es mucho
más satisfactoria que la "espiritualidad teórica", que tanto abunda en este
mundillo.
Posteriormente otros particulares y firmas, como IBERMAIL o Antonio Hernando, de
ACH, se unieron generosamente al proyecto con donaciones económicas que
permitieron al fin contratar el transporte,
De esta forma, las quince toneladas de ayuda salieron del local de ANIMUN,
donado por el Exmo. Ayuntamiento de La Coruña a esta ONG a finales del pasado
año, con destino a un almacén en las afueras de la ciudad. Allí serían cargadas
en el contenedor que inmediatamente saldría hacia Barcelona, donde embarcaría en
el buque Medglory, que después zarparía del puerto condal con destino al
gigantesco puerto de Constanza, en el Mar Negro.
Lamentablemente nuevos problemas retrasarían todavía más la recepción de esa
ayuda en los orfanatos, ya que el barco sufriría una serie de insólitos
retrasos, tardando más del doble de tiempo calculado en la travesía entre
Barcelona y Rumania.
Los voluntarios de ANIMUN desplazados hasta Rumania para escoltar el contenedor
hasta los mismos orfanatos tuvieron que hacer gala de todo su ingenio para
superar el sin fin de problemas que surgirían, además del angustioso retraso del
barco. Falta de coordinación, desatención de las embajadas, el extravío de los
documentos del contenedor, carencia de los permisos de aduana, tensiones entre
ellos, el idioma, la falta de soporte económico, y un sin fin de angustiosas
presiones que convertían la enorme responsabilidad asumida, de entregar
directamente el contenedor en los orfanatos, en una estresante y pesada carga
emocional que, nuevamente, estuvo a punto de acabar allí mismo con el ambicioso
proyecto de ANIMUN.
Pese a todo, y cuando las cosas parecían más difíciles, la fortuna sonreía de
improviso a los voluntarios de ANIMUN desplazados en Rumania, poniendo en su
camino a auténticos "ángeles" que fueron solucionando todos los problemas que
surgían día a día, durante las dos semanas de interminables gestiones
burocráticas, y el viaje desde el puerto de Constanza hasta los orfanatos por
deterioradas carreteras rumanas. Dana Cosareanu y su esposo Doru, Sara Hill, o
Ilie Serbanescu, corresponsal de la Televisión Rumana en Constanza, se
sensibilizaron desde el primer instante con el objetivo de ANIMUN, y se
entregaron absolutamente al mismo, prestando una ayuda incalculable a los
voluntarios desplazados en Rumania, para hacer que el contenedor llegase a los
orfanatos. A todos ellos gracias de todo corazón.
Y por fin, tras un millón de problemas, que fueron solucionados sobornando,
mintiendo, falsificando papeles, en definitiva, improvisando, improvisando e
improvisando, el contenedor que tres semanas antes había sido cargado en La
Coruña, llegaba con todo su contenido intacto, a las 300 niñas acogidas en la
escuela especial de Dragodana, y a los 85 bebes del orfanato de Puciasa.
Las medicinas se acomodaron en los dispensarios de ambos orfanatos; los
productos sanitarios se situaron en los armarios de limpieza; la comida llegó a
las cocinas; la ropa se almacenó en los vestuarios; y los miles de juguetes
reunidos en toda España se repartieron entre cientos de niños que, aunque solo
fuese por unos instantes, sonreían como si fuese el día más feliz de su vida. Y
si bien solo los dos voluntarios de ANIMUN que se quedaron en Rumania hasta el
final del proyecto pudieron disfrutar de ese instante, las fotos y vídeo tomados
durante las entregas, pretenden compartir el premio -las sonrisas de los niños-
con todos los lectores de MÁS ALLÁ que, de una forma u otra, han colaborado
desinteresadamente con esta insólita aventura.
Podemos hacerlo
Lo más importante de este reportaje no es halagar -merecidamente- a los
componentes de ANIMUN que se han dejado la piel, y la economía, en este
proyecto; tampoco es lo más importante premiar la solidaridad de los
voluntarios; ni siguiera sensibilizar al mundo sobre la situación de los
orfanatos rumanos, que no es peor que la de los orfanatos de otros países. Lo
más importante es que ANIMUN ha demostrado que, puede hacerse. Sin apoyos
oficiales, sin el respaldo de poderosas instituciones, sin experiencia, sin
medios... Con solo la fuerza del corazón, y un par de...
Un grupo de ciudadanos anónimos, sin preparación ni experiencia, han conseguido
movilizar a docenas de personas en España y Rumania, para conseguir que
cuatrocientos niños huérfanos, a 4.000 kilómetros de distancia, reciban
toneladas de esperanza.
Ya no podemos excusarnos en la dejadez de los organismos oficiales, no podemos
escondernos en nuestras responsabilidades cotidianas, no podemos escudarnos en
nuestra falta de medios, no podemos alegar ignorancia ni inexperiencia, no
podemos seguir ocultando la cabeza bajo las alas. No es tiempo de continuar
esperando soluciones mágicas para los problemas del mundo, ni continuar
aguardando que la felicidad baje del cielo en un platillo volante o en forma de
iluminación mística. La única Nueva Era que nos aguarda es la veloz degradación
del planeta que nos soporta, o la auto responsabilidad -social- de nuestro
futuro, que es el de todos nuestros vecinos, negros, blanco, rojos o amarillos.
La solución al "Apocalipsis" que viven millones de marginados de la Nueva Era en
todo el mundo no llegará mágicamente de la mano de ningún gurú, profeta o
visionario. La solución a los problemas del mundo hemos de construirla nosotros.
Y aún podemos hacerlo. No hace falta nada más que el deseo de hacerlo. Solo hace
falta querer. Y querer es poder. El poder más poderoso del universo.
1000 causas por las que hacer "Nueva Era"
Sería absurdo pensar que en envío de unas cajas de comida o ropa solucionará los
problemas de los niños que viven en los orfanatos rumanos. Tan solo son una
bocanada de aire temporal. Sin embargo las necesidades de esos niños son más
afectivas que materiales. Afortunadamente cada vez más ciudadanos del mundo
sienten la atracción de compartir, de solidarizarse con los que viven peor y
varias ONGs internacionales dirigen ya hacia esos mismos orfanatos su ayuda.
Pero, sin salir de Rumania, encontramos miles de "causas perdidas" por las que
luchar. Miles de niños que no disfrutan del techo de un orfanato, son los niños
de la calle. Niños como George.
George es un niño de 12 años que vive en las calles de Bucarest. Duerme en un
portal, se asea en los baños públicos, y come de la caridad. George, que
"adoptó" a los voluntarios de ANIMUN en cuanto llegaron a Bucarest, es solo uno
de los miles de niños abandonados en Rumania. Como millones de niños abandonados
en Brasil, Colombia, la India, etc.
Niños que sufren en silencio como sufren millones de ancianos repudiados por sus
familias, como millones de toxicómanos que viven el peor infierno en la tierra,
como millones de enfermos terminales que miran aterrados como se acerca la
muerte, como millones de indigentes que mueren de asco en las más cosmopolitas
capitales europeas...
No es necesario embarcarse en la disparatada cruzada que ha realizado ANIMUN. No
es preciso imitar hazañas imposibles u odiseas que puedan mermar nuestro animo
solidario al primer contratiempo. Basta abrir los ojos y mirar alrededor. Seguro
que inmediatamente encontraremos un lugar donde podamos ser útiles. Inténtelo.
Merece la pena. A cambio de un poco de esfuerzo obtendrá una nueva perspectiva
sobre su vida. Nuestros problemas personales se hacen muy pequeñitos al ver la
miseria y el dolor en que viven millones de semejantes. Se volverá rico de
golpe, al valorar todo lo que tiene en comparación con ellos. Y la satisfacción,
y la alegría, y la purificación que dará a su espíritu la sensación de ser útil,
la sensación de dar, será el mejor premio.
Así, creando, dando, construyendo, tal vez consignamos generar la suficiente
dosis de amor, como para sanar las mortales heridas de Gaia, y el tránsito hacia
una Nueva Era sea más un alegre paseo, que un doloroso parto. Y de todas formas,
si no lo conseguimos, tampoco importa. Lo importante es intentarlo.
AGRADECIMIENTOS
ANIMUN -y el autor en particular- quiere trasmitir su más profundo
agradecimiento a la familia Martínez Gómez de Lleída, a Adolfo y Mª Jesús de
Vitoria, y a todos los lectores de MÁS ALLÁ que desde toda España reunieron más
o menos cantidad de ayuda, haciéndola llegar a La Coruña. A Ibermail, Antonio
Hernándo (ACH) y a J.P. por sus aportaciones económicas. A José Luis Santa Cruz,
Begoña Rojo, Manuel Delgado, Dana Cosareanu y su esposo Doru, Sara Hill e Ilie
Serbanescu por su ayuda. A J.J. Benítez, Bruno Cardeñosa, Salvador y Magdalena
Freixedo, Marcelino Requejo, Jose M Kaydeda, Ana Ferreiro, por su asistencia
desinteresada. A Miguel Blanco, por haber llegado hasta el final pese a todos
los problemas. A la Televisión de Galicia, la Televisión Rumana y a MÁS ALLÁ DE
LA CIENCIA, por su apoyo al proyecto desde el principio. Y muy especialmente a
los niños rumanos, por habernos dado la impagable oportunidad de sentir que
podemos ser útiles.
Los interesados en contactar con ANIMUN pueden dirigirse al teléfono
981-22 11 48 o 981-22 22 61.
Nota del autor: Carmen Rodríguez (en tratamiento psiquiátrico) y Manuel José
Delgado (Mahou en el IRC); Luis Alfonso Gámez (Vader en el IRC) y otros
componentes de la agrupación pseudocientífica ARP han intentado dañar esta
campaña humanitaria, difamándola cruel e injustamente con el fin de utilizarla
en sus enemistades personales, sin importarles que sus calumnias hayan afectado
otras campañas humanitarias de esta ONG. Desde aquí queremos manifestar nuestra
más feroz repulsa e indignación, porque posibles campañas humanitarias en
beneficio de niños de todo el mundo, se hayan podido ver dañadas, o incluso
suspendidas, por las irresponsables e inconscientes mentiras de estos señores. A
los que invitamos a retractarse públicamente de sus calumnias.
Escrito por Manuel Carballal